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El juicio teleológico y la idea de Dios en el pensamiento kantiano
Fecha
2016-01Registro en:
Esquivel Flores, A. E. (2016). El juicio teleológico y la idea de Dios en el pensamiento kantiano. Logos. Revista de Filosofía, 44(127-128), 131-152.
1665-8620
Autor
Esquivel Flores, Armando Enrique
Institución
Resumen
En la Crítica del Juicio (1790),Immanuel Kant introduce la idea del juicio teleológico, verbigracia, un juicio que, siguiendo la analogía con la representación <>, nos permite admitir una finalidad subjetiva de la naturaleza; esto en virtud de hacerla comprensible para nosotros mediante el enlazamiento de experiencias particulares en un sistema y principio únicos. Asimismo, el juicio teleológico pertenece al juicio reflexionante, a saber, aquel juicio trascendental que, teniendo solamente lo particular dado, pretende reflexionar y encontrar inductivamente lo universal en aras de establecer, hasta donde su facultad se lo permita, las categorías o condiciones de posibilidad de la realidad. No obstante, dicho juicio reflexivo puede ser cuestionado, con toda legitimidad, por las dificultades encontradas en las investigaciones, anteriores a la crítica kantiana, viz., las del escocés David Hume, a propósito del principio de uniformidad de la naturaleza, así como por las observaciones de Karl Popper en ese mismo respecto. En el presente escrutinio, tanto la crítica de Hume como la de Popper, serán abordadas desde el texto popperiano Conjeturas y refutaciones (1967), desarrolladas en el primer capítulo de la obra. Finalmente, suponiendo la superación a través de la razón práctica de toda pretendida dificultad, y calificando las investigaciones humeanas de psicologistas, el filósofo de Königsberg continúa su trabajo crítico y, analizando esta vez el concepto de Dios -expuesto ya antes en la Crítica de la razón práctica (1788) y desarrollado ampliamente en su posterior obra La Religión dentro de los límites de la mera razón (1793)-, concede que éste se inscribe, inevitablemente, a la ideas de fin final así como a la de moralidad; puesto que tal concepto del ser supremo, qua idea, supone para la mayoría el paradigma (ideal) par excéllénce del fin final, y funge como principio regulativo necesario y a priori en el terreno de la razón práctica.