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Periódico 15 : Edición 1: Mayo de 2002
Fecha
2002-05Registro en:
ISSN 1657-9925
instname:Universidad Autónoma de Bucaramanga - UNAB
reponame:Repositorio Institucional UNAB
Autor
Gómez Nadal, Francisco
Betancur B., Juan Gonzalo
Gómez Benito, Isabel
Resumen
Eloy Linares, un afilador de tijeras, vive quejándose del desorden que se forma sobre la carrera 15. “Aquí los choferes de bus no respetan. Paran donde no deben y los carros botan un humo negro que da mucha gripa”, reclama este hombre de 60 años, “clavado” desde las 6 a.m. en el Pasaje Apolinar Pineda, un mini centro comercial de casetas pintadas de verde limón. A una cuadra, José Quintana prepara rosquillas de harina de trigo en un artefacto de latas grises y esquiva los carros que rozan su espalda. “Como son muchos, uno piensa que lo van a atropellar”, dice él, que lleva viviendo cuatro años en la 15 con calle 34. La contaminación del aire denunciada por Eloy y la gran cantidad de vehículos de la que habla José hacen parte de las dificultades del transporte urbano en Bucaramanga, una ciudad con 41.118 automóviles, 1.200 buses, 800 busetas, 7.600 taxis y 2.035 motocicletas, según el Ministerio de Transporte. A esos problemas, una investigación de la firma Geotécnica para el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB) añade otro par: la concentración de rutas de servicio público en muy pocas vías y la baja capacidad vehicular de las llamadas “arterias”. El jefe de la Dirección de Tránsito, Luis Francisco Rodríguez Ferreira, asegura: “El principal problema es la malla vial. Está definitivamente obsoleta. En pocas avenidas grandes se resuelve todo”.