Relaciones erótico afectivas entre mujeres en Sonora: identidad y representaciones
Autor
ZATARAIN OLIVAS, ANDREA
ZATARAIN OLIVAS, ANDREA
Institución
Resumen
Tesis de licenciatura en sociología A lo largo del tiempo, el feminismo se ha definido como un movimiento de reivindicación social y política. Todas las vertientes han buscado encontrar una explicación a la subordinación de las mujeres con el objetivo de lograr la equidad e igualdad de género. Desde sus inicios en el siglo XVII y hasta el día de hoy, se encuentra en un enfrentamiento constante contra la historia que ubicó a las mujeres en un espacio opresivo a causa del sistema patriarcal. El feminismo, aparte de lograr significativos cambios socioculturales a favor de las mujeres, permitió visibilizar el deseo lésbico y produjo una sociedad crítica, con capacidad de emanciparse, de analizar la incertidumbre y la angustia social. El feminismo es el inicio de la historia de las mujeres y es por ello que esta discusión parte del movimiento feminista; asimismo, las investigaciones académicas que cuestionan la supuesta naturaleza del sexo y el género, tienen sus bases en dicho movimiento, por lo tanto, este trabajo no hubiera sido posible sin el surgimiento del feminismo. En Sonora, las mujeres que tienen relaciones erótico-afectivas con otras mujeres, manifiestan que las representaciones dominantes con respecto a su deseo, a la comprensión de la sexualidad y el género, parten de los principios morales que promueve la religión. Dichas concepciones protegen la institución heterosexual, que asegura e impone que las relaciones deben efectuarse exclusivamente entre hombre-masculino-heterosexual y mujer-femenina-heterosexual. Por lo tanto, las representaciones dominantes surgen tanto del binarismo erótico, sexual y de género, como del discurso religioso-heteronormativo. Las representaciones hegemónicas construyen una sociedad que cede una importancia considerable al matrimonio y produce mujeres deseables para el hombre. Estas representaciones ortodoxas condicionan la vida de las mujeres heterosexuales y, más aún, la vida de las mujeres lesbianas, ya que sus experiencias nos permiten observar las valoraciones impuestas hacia el deseo homoerótico entre mujeres. Estas concepciones atribuyen el deseo lésbico a una mala experiencia sexual con el hombre, asegurando que al lograr una relación satisfactoria y orgásmica su lesbianidad puede revertirse. Por lo tanto, tal representación de la lesbianidad evidencia que el entorno en el que se desarrollaron las entrevistadas es falocéntrico, puesto que considera una relación sexual sin penetración intrascendente e insatisfactoria, y a su vez indica la sexualidad únicamente es posible y placentera si se realiza con un hombre. Tal afirmación deja ver la representación androcéntrica que condiciona la existencia lésbica en Sonora. En el entorno la lesbianidad se observa como una mala experiencia sexual con el hombre, y las representaciones también imponen una visión binaria del género sobre las relaciones erótico-afectivas entre mujeres, es decir, que la mayoría considera que, en estas relaciones, alguien obligatoriamente debe representar al hombre y alguien a la mujer. En el caso de la lesbianidad, la representación dominante considera que la belleza es exclusiva de las mujeres heterosexuales y el ser lesbiana convierte a una mujer en fea y poco deseable para el varón; de igual forma deja ver que los términos para calificar el deseo lésbico son despectivos y ridiculizantes. La información proporcionada por las entrevistadas revela el carácter heterosexista, androcentrista, falocéntrico y lesbofóbico que condiciona la experiencia de las mujeres que tienen relaciones erótico-afectivas con otras mujeres. Estas representaciones dominantes impactan en la construcción de identidad, sin embargo, las mujeres lesbianas, aunque se encuentran en un campo sexual que representa el deseo, el género y la sexualidad a partir del discurso religioso-heteronormativo, construyen representaciones alternas, un contradiscurso y retoman elementos culturales que les permiten resistir al poder impuesto por las representaciones dominantes. Dicho contradiscurso califica las representaciones dominantes como ignorantes, carentes de educación, ideas tontas y sobrenaturales, inclusive consideran son limitantes y restrictivas para quienes coinciden y practican las valoraciones ortodoxas. Por otra parte, el ser lesbiana representa una liberación de las imposiciones sociales que posibilita transgredir el género y transformar la construcción social de lo que se ha establecido al “ser mujer”. El contradiscurso busca construir un espacio simbólico que legitime el deseo lésbico, por lo tanto, la elaboración de prácticas de resistencia, formar parte de un grupo, cederle mayor importancia a la satisfacción sexual que les da otra mujer, el amor. Retomar elementos culturales alternos que presentan la lesbianidad como una realidad posible, les permite a las mujeres lesbianas gestionar sus deseos y transformar las representaciones. Sin embargo, el contradiscurso que posibilita resistir al poder impuesto por el discurso hegemónico no es suficiente para eliminar la lesbofobia. Esta lesbofobia se manifiesta de dos formas, por una parte, la social, presente en las representaciones dominantes y, por otra, la lesbofobia internalizada. Aunque ambas se manifiestan de diferente forma, tienen el mismo esquema de comportamiento o habitus. Este habitus lesbofóbico actúa utilizando dos elementos particulares que históricamente han construido la existencia lésbica: el silencio y la invisibilización. La lesbofobia social, omite el deseo lésbico por su intrascendencia social y política a causa de la ausencia de falo y de hombres. La lesbofobia internalizada, tiene una función paradójica ya que les permite vivir plenamente su deseo, pero al mismo tiempo es contraproducente, ya que ese silencio contribuye a su propia discriminación. El omitir, evadir, minimizar, y disfrazar una realidad la hace desconocida y extraña a los ojos de los demás. Tal reducción del deseo lo convierte en raro, anormal, antinatural. El silenciamiento de una práctica habitual, produce una ceguera colectiva del fenómeno, que de efectuarse y expresarse con más libertad y exteriorización podría transformar la representación y reducir la lesbofobia social e internalizada. El resultado de la invisibilización y el silencio sobre la lesbianidad es que las mujeres que tienen relaciones erótico-afectivas con otras mujeres vivan en la diferencia. La diferencia es una particularidad de lo que implica ser lesbiana, ya que aunque desarrolle aspectos “normales” como tener una familia, una relación de pareja, un trabajo o estudiar, en el contexto regional la atracción de una mujer hacia otra representa un estilo de vida distinto o desconocido para los demás. Considero que, aunque las representaciones dominantes se fundamenten en el discurso religioso-heteronormativo que promueve múltiples concepciones que desacreditan la existencia lésbica, la experiencia de las mujeres más jóvenes nacidas en la década de los años noventa del siglo pasado, revela una transformación sociocultural con respecto a la diversidad sexual. Estas mujeres manifiestan un proceso de aceptación y autodefinición más afable y llevadero en comparación con quienes nacieron durante los años ochenta y setenta. Los elementos culturales que surgieron en las últimas décadas han contribuido a transformar y visibilizar el homoerotismo entre mujeres, impactando positivamente en quienes retoman estos elementos para gestionar su lesbianidad. Finalmente, pienso que es necesario que quienes viven una sexualidad no heterosexual, reconozcan su deseo en la vida diaria para contribuir a la normalización de las prácticas alternas. Es fundamental tomar en cuenta la importancia de la educación sexual integral, y que a partir de ella se promueva la sexualidad como una conducta erótica con múltiples formas de expresión. Asimismo, es preciso cederle un valor fundamental a los estudios científicos y académicos, que son los que tienen la capacidad de dar discursos y representaciones objetivos. Cambiar las leyes, promover y difundir el respeto hacia el amor y deseo homoeróticos, impartir cursos que expliquen, atiendan e impulsen una visión integrista de la diversidad sexual, así como crear y divulgar material artístico y científico, referente al carácter diverso del amor, el erotismo y el género, son herramientas fundamentales para la transformación de las representaciones ortodoxas que deslegitiman las expresiones alternas de la sexualidad. Universidad de Sonora, División de Ciencias Sociales, 2017