La fuerza y la singularidad de la producción poética que hoy hacen visible, dentro del campo literario nacional e hispanoamericano, a la poeta chilena Olga Acevedo (1895-1970)
Fecha
20182018
Institución
Resumen
Este trabajo se enmarca en una investigación mayor que postula que la creación de
las poetas chilenas Winétt de Rokha, Olga Acevedo, María Monvel y Chela Reyes debiera
estar considerada en el corpus de la vanguardia chilena, debido a la relevante y sólida obra
de cada una de ellas. Varias son las razones que han colaborado a este desconocimiento
pero destaco, provisoriamente, que la clasificación que se les asignó dentro de la
historiografía tradicional y lo que significaba, dentro del campo literario chileno de la
época, escribir desde la mujer, sumando a ello el factor de clase y posicionamiento social,
son factores esenciales e ineludibles a considerar.
En esta ocasión el propósito es dar cuenta de la obra de una de ellas, Olga Acevedo
(1895-1970). Una breve contextualización de la autora nos indica que nace en Santiago,
vive algunos años en Punta Arenas y allí frecuenta la Sociedad Literaria de Gabriela Mistral,
a quien siempre declaró admirar; estuvo vinculada con la Gran Jerarquía Blanca de la India;
fue partidaria de los republicanos españoles y militante del partido comunista chileno.
Posee una vasta producción poética, de gran fuerza y singularidad: Los cantos de la montaña
en 1927, extensa obra en prosa y verso; Siete palabras de una canción ausente 1929 [Firmado
Zaida Suráh]; El árbol solo, 1933; La rosa en el hemisferio, 1937; La Violeta y su vértigo, 1942;
Donde crece el zafiro, 1942 (Premio Municipal de poesía); Las cábalas del sueño, 1951; Isis, 1954;
Los himnos, 1962; y La víspera irresistible, 1968. Las referencias críticas de su obra son
escasísimas, recojo dos: Naín Nómez valora su creación y escribe que: “se trata de una de
las grandes poetas chilenas de comienzos de siglo, tanto por sus transformaciones estéticas
como por su compromiso poético y social”, señalando que logra “sintonizar con las
vanguardias, especialmente el surrealismo, para desarrollar una obra de imágenes
impactantes y emocionalidad delirante que explora diversas formas y tonos de ruptura”
(Antología crítica de la poesía chilena, 2000, tomo II, p. 135). Por su parte, Eugenia Brito define
su poesía como vigorosa y múltiple, señalando que “en ella se combinan resabios
modernistas con imágenes provenientes de las corrientes más vanguardistas” (Confiscación y
silencio: 1998, p.58).