Metodologías de investigación en política
Autor
Ángel Álvarez, Jaime Alberto
Institución
Resumen
Hubo un tiempo en que se negó que las ciencias sociales fueran realmente
ciencias. No hace tantas décadas de ello. De hecho, el cientifismo
construido a partir de las ideas de la Ilustración sobre los avances tecnológicos
de las conocidas como ciencias naturales y adintelado por el
pensamiento positivista decimonónico, determinó que solo era ciencia
lo que se podía medir y cuantificar materialmente. Pero ¿cómo medir y
cuantificar la historia, la sociología o el Derecho? Una niebla de pesimismo
barrió cualquier avance intelectual que defendiera la investigación
social como científica. No transcurrían buenos tiempos para las “ciencias”
sociales.
Pero a partir del siglo XX un claro apareció entre los nubarrones. Una
nueva concepción de ciencia se abrió paso y materializó lo que ya sabemos:
que las ciencias sociales son sustantivamente diferentes a las denominadas
ciencias exactas -que, como también sabemos, no son tan
exactas-, y la historia, la sociología o el Derecho podían ser consideradas
ciencia en un significado que por fin se habría librado del yugo cientifista.
Una vez dilucidado el problema, los avances debían transcurrir necesariamente
por un campo coadyuvante al propio concepto de ciencia: la
metodología. La pregunta ¿qué se estudia? -lo que solemos denominar el
objeto de estudio, que determina la pregunta de investigación- va de la
mano de otra pregunta: ¿cómo se estudia? Y a esa pregunta debe responder
la metodología de la investigación en ciencias sociales.
A la trayectoria sobre el cientifismo y la construcción de las ciencias sociales
como materialmente susceptibles de ser investigadas -y, por lo tanto,
verdaderas ciencias- hay que sumar la construcción, nada fácil, de
una nueva ciencia social: la denominada ciencia política. Ciencia que
estudia lo político; esto es, la organización de la polis entendida en el
marco de una colectividad en convivencia vital. Históricamente, ya desde
la antigüedad, nos hemos estado preguntando qué significa este nexo
en común que tenemos las personas y qué nos impele a vivir y construirnos en sociedad. Grecia, Roma, la Edad Media, fueron escenarios
de reflexión sobre la relación entre las personas y la capacidad de indicar
comportamientos que son admitidos, cumplidos, o las dos cosas, por
parte de una colectividad. ¿Qué ocurre con los buenos y malos gobiernos?,
¿cómo explicar las revueltas y las revoluciones?, ¿cómo dirigirse al
pueblo en una oratoria pública?, han sido cuestiones que han ocupado
las mentes de la humanidad durante siglos. Era, diríamos hoy, teoría
política: la construcción de una explicación teórica sobre los marcos de
la realidad en el plano de la colectividad política. Pero a partir del siglo
XIII en Europa ocurre algo llamativo: la manifestación de un poder en
construcción, el Estado moderno, en torno a la figura de los reyes, que
hoy en día es la forma de organización política hegemónica. Difícil encontrar
un centímetro cuadrado de tierra habitada en el mundo que no
pertenezca, o sea reclamada, por un Estado. Y la necesidad de explicar
el origen del Estado en su plano teórico y sustantivo, de comprender su
composición y actuar, de entender qué teníamos ante nosotros, fue determinando
una ciencia nueva por su carácter y su metodología: lo que
llamamos ciencia política o, poniendo énfasis en su diversidad, ciencias
políticas. Las ciencias que estudian la organización de una comunidad en
el marco del poder.
En este ámbito es donde radica la importancia del libro que el lector tiene
en sus manos: en la necesidad de avanzar en la construcción metodológica
de una ciencia que, aunque con mucho trayecto a sus espaldas, sigue
siendo en muchos momentos novedosa. Novedosa porque la política,
mucho más allá de la sociología, la psicología o el Derecho, cambia día a
día y nos sorprende minuto a minuto. Por eso es necesario establecer los
determinantes con los que vamos a contar para construir la ciencia política:
¿qué enfoque se va a usar?, ¿cuáles son los marcos teóricos con los
que podemos contar?, ¿cómo formular una pregunta de investigación? o
¿qué relación guarda el problema con la hipótesis? Construir verdaderos
marcos metodológicos para poder hablar de generación de conocimiento,
de ciencia en su sentido más profundo.
El libro de Jaime Alberto Ángel Álvarez que el lector tiene en sus manos
desprende esta intención: aportar elementos a la construcción científica
de las ciencias sociales y mejorar sus procesos de conocimiento. Para ello
se distribuye en dos grandes partes: una primera aproximación general, teórica, de la investigación política y su transcurrir en Colombia, y una
segunda parte, metodológica, donde establece pautas importantes para
la determinación del objeto de estudio y su aproximación científica. Va
de la mano de técnicas que ayudarán al lector a aproximarse con mayor
facilidad a la metodología de la investigación política: recomendaciones,
ejemplos, fichas, bibliografía... en definitiva, una caja de herramientas
que serán de gran utilidad a quienes quieran aproximarse al método
científico en las ciencias políticas, o simplemente a quienes tengan interés
por conocer cuáles son sus dinámicas y procedimientos.
El lenguaje usado por el Dr. Ángel es claro, firme, con una concisión
que gustará al lector. Hasta el punto de que se entenderá muy bien por
qué hablamos de ciencia política, de investigación en ciencias políticas, y
cuáles son los elementos más importantes para comprender su profundidad.
Y se quedarán prendados de ellos.
Disfruten la lectura.
Rubén Martínez Dalmau
Catedrático de Derecho constitucional
Universitat de València