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Persistencia de la fiesta patronal y la reciprocidad andina en el contexto de la cultura global: caso del distrito de la Merced, Aija, Áncash, Perú
Fecha
2023-03-21Registro en:
Libro en formato APA
urn:isbn: 978-612-49481-1-4
Autor
Gomero Camones, Guillermo Jacinto
Yovera Saldarriaga, José
Castillo García, Arnaldo Justo
Jamanca Anaya, Robert Percy
Neglia Valderrama, Leopoldo Enrique
Lezama Lezama, Manuel Jesús
Resumen
La fiesta es la relación dialéctica con la vida cotidiana, rompe con el tiempo de trabajo y sumerge a los participantes en un ambiente que propicia e intensifica interacciones emotivas; cultiva la paradoja al mezclar en una síntesis, no exenta de tensión, el rito y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y la espontaneidad. Lo espiritual y lo corporal, lo íntimo y lo público (Urrutia, 2009). Las fiestas son elementos integradores de las sociedades, borran temporalmente las diferencias sociales, reproduciéndose en ellas los vínculos sustentatorios de la identidad grupal: actos rituales, danza, comida, territorialidad. La fiesta es la máxima expresión conjunta de diversas expresiones del patrimonio cultural inmaterial (Urrutia, 2009). La fiesta permite compartir sentimientos y creencias de un grupo identificado territorialmente, estructuran el calendario y el espacio de las sociedades. Según Marzal (1988), la fiesta es un hecho social total, de expresión ritual y simbólica, sagrada y profana. La vida en los pueblos del interior del Perú, se organiza en función de estas celebraciones. El ciclo festivo tiene mucho que ver con los ciclos productivos. La fiesta rompe la cotidianidad de nuestras vidas, es una transgresión de las normas. La sociedad humana no es solamente el mundo del trabajo. Esa sociedad la compone, simultáneamente o sucesivamente, el mundo profano y el mundo sagrado, que son dos formas complementarias. El mundo profano no es el de las prohibiciones. El mundo sagrado se abre a unas transgresiones limitadas. Es el mundo de la fiesta, de los recuerdos y de los dioses (Bataille, 2009). Por excelencia, el tiempo sagrado es la fiesta. En tiempos de fiesta, lo que está habitualmente prohibido puede ser permitido o, incluso, exigido en toda ocasión. Hoy, entre el tiempo ordinario y el tiempo extraordinario (o la fiesta) existe una subversión de los valores.