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Empleo del trébol andino en la producción sostenible de maíz amiláceo y quinua
Fecha
2021-12-15Autor
Arone Gaspar, Gregorio José
Bedmar Gómez, Eulogio José
Institución
Resumen
En la zona andina del Perú, en especial en la región quechua se practica la siembra del maíz amiláceo (Zea mays L.) asociada a una leguminosa llamada trébol andino (Medicago hispida G.), desde tiempos ancestrales. Aunque su presencia permite cultivar el maíz en monocultivo en las Sara chacras con elevada fertilidad, la presencia y propiedades de la leguminosa no son consideradas ni valoradas. La ausencia del trébol hace que los suelos disminuyan su capacidad productiva, lo que conduce al empleo de fertilizantes sintéticos y de insostenibilidad agrícola. Gracias a un convenio de colaboración entre la Universidad Nacional de Huancavelica (Perú) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, España), se utilizaron las chacras de familias campesinas de Allpas (Acobamba, Huancavelica) para llevar a cabo la siembra de maíz amiláceo y quinua (Chenopodium quinoa W.) asociada a la presencia y ausencia de trébol andino en las chacras, trabajo que se llevó a cabo desde 2015 a 2017. Dirigidas a campesinos, estudiantes y profesionales se realizaron charlas de sensibilización sobre el valor del trébol en la vida de las familias y su contribución al logro de las cosechas. En este trabajo se ha cuantificado el efecto del trébol en la conservación de la humedad y reducción de la temperatura del suelo, se ha determinado el aporte de N por la leguminosa y se ha estimado el rendimiento de maíz amiláceo y de quinua en presencia y ausencia de trébol. A los 80 y 120 de la emergencia del trébol, la temperatura del suelo fue de 12,50 ºC y 11,25 ºC, respectivamente, en las parcelas de maíz con trébol, y de 18,25 ºC y 18,50 ºC, respectivamente, en las parcelas sin trébol. El porcentaje (%) de humedad gravimétrica (% Hg) del suelo en las parcelas de maíz con trébol fue del 20,22 y del 20,59% Hg, respectivamente, y de 16,74 y 16,28% Hg, respectivamente, en las parcelas donde no se cultivó trébol. A los 7 meses de la siembra, al final de la cosecha, se obtuvieron 4854,25 kg/ha de maíz amiláceo y 1373,30 kg/ha de quinua, rendimiento que fue mayor que el de maíz y quinua sembradas sin trébol que fue de 4371,75 y 1056,18 kg/ha, respectivamente. Por otra parte, se cosecharon 4689,2 kg de biomasa foliar seca de trébol cuyo contenido en N fue del 3,29 % en las chacras sembradas con maíz. El elevado contenido en N del trébol se debe a su capacidad de establecer simbiosis fijadoras de di-nitrógeno atmosférico (N2) con Ensifer medicae (Arone et al. 2014). Dado que en Huancavelica el 80,3% (169 700,6 ha) de las cosechas se desarrolla en secano (GRH, 2019), en suelos superficiales, y se acompaña de una elevada variabilidad climática, la presencia en las chacras del trébol andino es vital para la sostenibilidad y la seguridad alimentaria de las familias campesinas (Lal, 2015) y contribuye a alcanzar el hambre cero (Naciones Unidas, 2018).