| dc.description.abstract | En la mayoría de los establecimientos educacionales, se realiza observación al aula, a través de
una pauta de observación de clases y una posterior retroalimentación sobre el desempeño del
docente, según lo observado. Lo anterior, tanto por los docentes, como por parte del equipo
directivo o de gestión, es asociado a una evaluación de despeño que, en algunos de los casos,
resulta vinculante con la toma de decisiones respecto a la continuidad laboral del docente “mal
evaluado”. En este contexto, el acompañamiento docente, ha presentado cierta resistencia por
parte de los docentes, pese a que en la práctica pedagógica que realizan los profesores, el
concepto de evaluar, está estrechamente ligado a su quehacer cotidiano.
En concordancia con lo anterior, la evaluación que se aplica al estudiante se manifiesta como el
medio para evaluar los aprendizajes de estos, y en esta lógica, como docentes debemos, realizar
esta práctica constantemente, para la toma de decisiones pertinentes y oportunas. Sin embargo,
cuando el docente, se encuentra en el papel de evaluado, relega de la evaluación, como el medio
para reflexionar sobre su propia práctica.
Por tanto, es necesario relevar que el acompañamiento docente forma parte de un proceso de
formación que permite al docente reflexionar sobre sus fortalezas y debilidades de su práctica,
lo que conlleva a trabajar en la incorporación de nuevas metodologías, estrategias innovaciones
curriculares u otros. En este contexto, la mirada de un externo, que permita evidenciar su
trabajo, fortalece su quehacer y, por ende, favorece un mejor desempeño que conlleve una
mejora en el aprendizaje de los estudiantes. | |
