Book
Maras y transculturaci?n : or?genes de la violencia entre las pandillas juveniles en Ilobasco, El Salvador
Registro en:
Rivas, R. D. (2004). Maras y transculturaci?n: or?genes de la violencia entre las pandillas juveniles en Ilobasco, El Salvador. San Salvador: El Salvador.
9992321172
Autor
Rivas, Ram?n Douglas
Institución
Resumen
Al leer la ponencia de Ram?n D. Rivas titulada Maras y transculturaci?n. Or?genes de la violencia entre las pandillas juveniles en Ilobasco, El Salvador. Nos adentramos al estudio del tema de la violencia juvenil y las pandillas, t?pico poco analizado en el pa?s, dentro de la contextualizaci?n de las tem?ticas necesario indicar que, Patricia Alvarenga en su libro Cultura y ?tica de la violencia. El Salvador 1880-1932. Ha advertido el papel del estado salvadore?o en la generaci?n de una cultura cotidiana de la violencia. Asimismo, ha promovido un tipo de violencia estructural que excluye y margina de los derechos fundamentales y de oportunidades de desarrollo a los sectores dominados. Aunque algunos sectores de la poblaci?n han colaborado con el grupo gobernante en la confirmaci?n de este tipo de pr?ctica culturas y en el respecto a la jerarqu?a de clases. La falta de un proyecto de naci?n y de protecci?n social a los sectores m?s vulnerables ha sido una deuda hist?rica permanente por parte del sector detentador del poder. La mayor?a de los j?venes que se integran a las pandillas son y han sido v?ctimas de violencia m?s profundas, m?s permanentes y m?s brutales. Desde la violencia estructural generada por el estado, hasta la violencia dentro del hogar ejercida por sus propios familiares, la cual deja profundas huellas psicol?gicas en la vida de los ni?os y j?venes. No es posible achacarle a la guerra el surgimiento de la violencia juvenil debido a que cultura de la violencia ya exist?a en el pa?s. Sin negar el peso de la violencia familiar como factor para ser miembro de una pandilla, debe aclararse que aparentemente los j?venes llegan a las pandillas atra?dos por estas y no tanto como una forma consciente de escape de sus hogares. Muchos de ellos se integran a una mara por el vacil y por llevarse bien con sus pares. Asimismo, consideran que el formar parte de este tipo de asociaci?n no le da ning?n tipo de beneficio. El origen de las pandillas juveniles radica en los procesos de marginaci?n en los que ha vivido la juventud salvadore?a por parte del Estado, estrechamente relacionado con la socializaci?n e interiorizaci?n de la violencia familiar. Los entes encargados de la seguridad p?blica se han encargado de la seguridad de una minor?a privilegiada, para lo cual no han tenido reparo en echar mano de la violencia para incriminar a la poblaci?n, principalmente a los j?venes, quienes son los principales afectados, y los impugnadores de un sistema de dominaci?n que les es adverso. La falta de una pol?tica criminal y de pol?ticas integrales de atenci?n a la juventud, permitieron el crimen del fen?meno y facilitaron su agravamiento. Lo anterior es confirmado por N?stor Garc?a Canclini cuando apunta que las bandas juveniles, como el comercio informal y otros tipos de organizaci?n fractal, evidencian la incapacidad de las pol?ticas sociales y culturales macro para dar respuestas omnicomprensivas. El olfato de antrop?logo de Rivas lo lleva muy bien a destacar el uso del cuerpo principalmente del tatuaje como forma de expresi?n de pertenencia a una comunidad. Sin embargo, las inscripciones corporales en tanto instrumento de seducci?n, suelen ser un modo ritual de afiliaci?n y de separaci?n. El cuerpo metaforiza lo social, y lo social metaforiza el cuerpo. En el recinto del cuerpo se despliegan simb?licamente desaf?os sociales y culturales. Para Le Breton entre todas las zonas del cuerpo humano, en la cara se condensan los valores m?s altos. En ella se cristaliza el sentimiento de identidad, se establece el reconocimiento del otro. Se fijan las cualidades de seducci?n, se identifica el sexo. En este sentido, el comportamiento de muchos pandilleros de tatuarse la cara de la manera m?s grotesca s?lo manifiesta una clara actitud de desesperanza, de ausencia de expectativas con respecto a su propio futuro. Poco importa el ser mal vistos o convertirse en delincuentes. Sobre la soluci?n al problema de la violencia juvenil y las maras Rivas acota que el Estado juega un papel central en cuanto a formular un plan de inserci?n realista, pues si no se crean programas alternativos, sistemas innovadores a nivel educativo, los mareros crecer?n, y nos encontraremos en una sociedad rodeada con gente de una mentalidad criminal y ap?tica ante toda iniciativa. Al respecto considero que la manera m?s eficaz de combatir el problema de las pandillas en El Salvador no pasa por las acciones de represi?n y mano dura, sino por las acciones que impidan que los ni?os y los j?venes en situaci?n de riesgo se integren finalmente a las pandillas. La atenci?n a las necesidades de estos sectores vulnerables es una deuda hist?rica que el Estado debe solventar sin p?rdida de tiempo. Empero, es tambi?n un problema que conlleva la participaci?n de toda la sociedad, donde se deja de lado de cultura del populismo, de la indiferencia y de la violencia y se comience a construir un tipo de relacionamiento basado en la solidaridad, la paz y la pertenencia a una comunidad nacional justa e igualitaria. Universidad Tecnol?gica de El Salvador