Patrimonio funerario en la región vallenata: un recorrido por la arquitectura y la música.
Autor
Pérez Camargo, Maira Alejandra
Institución
Resumen
Sin emociones, ninguna historia seria contada, sin risas no se disfrutaría la euforia de un buen festival, sin lágrimas no daríamos valor a la vida y el tiempo, sin la muerte no se haría honor a un legado. Radica en las emociones del ser humano, su cultura y su tradición, las cuales son llevadas a espacios físicos que comúnmente conocemos como: arquitectura. Es importante plantear una pregunta en general: ¿Cómo es el imaginario de los cementerios? Hondear en el colectivo de estos estos lugares funerarios y su importancia, es otra forma de reconocer que la cultura está embebida en la arquitectura, sin importar su monumentalidad, sino como las personas interactúan en ella, dando vida incluso a la muerte. En 2015, UNESCO declara el vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, como medida de salvaguardia, ya que su importancia ha sido dejada de lado debido a temas de comercialización. Hoy en día aquello que solía ser un ritmo que unía familias, vecinos, amigos, barrios, incluso desconocidos, es convertido en motivo de conflicto y cotilleo, abandonando su esencia, la que cantaba y componía melodías incluso a la naturaleza. Cuando un juglar o personaje apasionado al vallenato fallecía, era enterrado y enaltecido bajo el manto de aquello que le apasionaba, su música vallenata; se les componían canciones, tal como lo hizo Rafael Escalona a su gran amigo Jaime molina, en la canción que lleva su nombre: “Ahora prefiero esta condición, Que él me hiciera el retrato y no sacarlo el son”.