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Medellín : memorias de una guerra urbana
Registro en:
Centro Nacional de Memoria Histórica (2017), Medellín: memorias de una guerra urbana, CNMH- Corporación Región - Ministerio del Interior - Alcaldía de Medellín - Universidad EAFIT - Universidad de Antioquia, Bogotá.
978-958-8944-84-5
Autor
Centro Nacional de Memoria Histórica
Arenas Grisales, Sandra Patricia
Institución
Resumen
RESUMEN: La ciudad de Medellín ha sido siempre un territorio con una fuerte vocación de ciudadanía, capaz de generar una identidad afirmativa entre sus habitantes, capaz de autotransformarse; una ciudad, en fin, con vocación de futuro. Pero por otro lado, el rostro de la ciudad reflejó también el estigma de ser considerada como la ciudad más violenta, durante más de tres décadas; eso nos dice mucho sobre los niveles de interiorización, rutinización y legitimación de la violencia en amplios sectores de la sociedad. Una combinación de atrocidades convirtieron a Medellín en un símbolo nacional e internacional de la violencia: bombas, sicarios, milicias, narcos, guerrillas, paramilitares y bandas… la convirtieron en la ciudad del mal. Era necesario preguntarse por la trama y el sentido de las violencias cruza- 18 MEDELLÍN: MEMORIAS DE UNA GUERRA URBANA das, de las imágenes fragmentadas, y de la posibilidad de conformar un relato que le diera inteligibilidad a ese mosaico de órdenes criminales, comprometidos a menudo con los de la legalidad, en forma encubierta y en ocasiones ostensible y arrogante. Este cruce de violencias llevó a un desorden funcional, a un sistema de guerra, como diría Nazih Richani1 , es decir, a una situación en la cual todos los perpetradores son beneficiarios, no así la población civil que los sufre a todos. Lo que se vivió en Medellín fue una tensión casi insuperable entre los territorios de la guerra y las guerras del territorio, para decirlo en términos de la analista mexicana, Ana Esther Ceceña, aludiendo a otros contextos2. A la larga, la proliferación o saturación de aparatos armados generó escasez de territorio para albergarlos a todos, o para su expansión, lo cual hizo inevitable no solo las guerras intestinas, sino las confrontaciones entre viejos u ocasionales aliados. Del sistema de guerra se pasó a un sistema de retaliaciones. Ese “desorden funcional”, que opera inicialmente como criminalidad concertada, parecía perpetuarse por sus dinámicas internas. Se necesitaron interferencias externas que rompieran la cadena de complicidades tácitas o expresas para que se expresara ahora un tercer sistema: el sistema de las solidaridades comunitarias. Esa es la trilogía que puede expresar el conflicto en Medellín: un sistema de guerra que se transforma en sistema de retaliaciones: y un tercer sistema que le permite finalmente sobrevivir: el sistema de solidaridades que también la caracteriza. Mucho se ha especulado y se seguirá especulando sobre la forma como las destrezas empresariales propias de la región fueron trasladadas al crimen, e hicieron de este una nueva y acaudalada industria. Esas son algunas de las inquietudes que suscita este informe: ¿cómo se pudo pasar de la coexistencia funcional y concertada de todos los actores armados, a la confrontación hobbessiana entre todos? Por lo pronto, sabemos ya cuál fue el resultado. Los que se apoyaron inicialmente para crecer o defenderse, después se buscaban entre sí para eliminarse. La funcionalidad podía tener y tuvo su final. Este texto nos introduce en el túnel, el túnel por el cual discurrió la ciudad, pero nos lleva también hasta el otro lado, en donde la ciudad vuelve a lucir sus colores de primavera. Este informe es un acto de reconocimiento, pero es también una empresa de dignificación; porque si Medellín ha logrado superar ese estigma, si Medellín se ha fortalecido como una ciudad-resistente, lo ha sido a través de sus redes solidarias, a través de su extendida geografía de lugares de memoria y a través de sus acciones institucionales. Pero sobre todo, la ciudad ha logrado superar ese estigma de décadas gracias al trabajo de sus líderes sociales creativos y de funcionarios ejemplares; y —nunca nos cansaremos de repetirlo—, gracias al tesón de las organizaciones de Derechos Humanos y de víctimas de la ciudad, que junto con las del resto de Antioquia han tenido un papel protagónico a nivel nacional. En Medellín se puede encontrar el universo completo de las víctimas del conflicto armado y de las otras violencias que ha padecido el país. Comenzamos ahora —y es nuestra deuda con tanta dignidad atropellada—, a reconocer las luchas silenciosas, los gestos heroicos, los desafíos organizativos y las resistencias discretas que se manifiestan en todos los rincones de la ciudad. En este informe se registra la más heterogénea sinfonía de voces que hayamos escuchado a lo largo de nuestro trabajo en el Centro Nacional de Memoria Histórica: víctimas, organizaciones sociales y de derechos humanos, universidades, instituciones nacionales e internacionales, e incluso autoridades policiales e integrantes de las fuerzas armadas, se reúnen en estas páginas, y podrán reconocer aquí su voz y su perspectiva. En ese sentido, el enfoque participativo del que siempre hemos partido en nuestros informes, en el caso Medellín logra ir mucho más lejos. Quisiera señalar, por último, que la sola idea de este informe general acerca de un territorio específico, tuvo un impacto multiplicador. En ese sentido, el Basta Ya Medellín es una contribución a la paz territorial que se inscribe en un esfuerzo institucional mayor, que hoy se replica en regiones como Catatumbo y Montes de María, pues el reconocimiento de las memorias regionales es el cimiento estable y duradero de la paz territorial que es la única que puede hacer realidad el sueño de todos los colombianos. COL0074901