Mi trabajo es autobiográfico y parte desde mi cuerpo como lugar de exploración. Tengo 24 años y me diagnosticaron con Diabetes Mellitus tipo I, hace diez y seis años. Me convertí en un híbrido hace doce años, mi cuerpo es lugar de diálogo entre lo artificial y lo natural. Tengo dos páncreas, uno orgánico y uno inorgánico. Ambos se complementan: el artificial (Rosa) que está afuera de mi cuerpo se conecta a través de un catéter que se extiende a sesenta cm desde mi piel y se encarga de las funciones endocrinas (de las secreciones internas), es decir es el que me suministra la insulina que mi páncreas orgánico es incapaz de producir. Mientras que el orgánico se encarga de las funciones exocrinas (lo que se vierte fuera del organismo), es decir las funciones digestivas. A través de este proyecto me entendí como un cíborg y descubrí las potencias y desventajas de mi corporeidad, poniendo en cuestión ¿cómo me conformo como una unidad? Llegando a entender otros cuerpos bajo la misma mirada.