| dc.description | El fantasma o espectro es y ha sido un tema recurrente en la literatura fantástica, tal como han hecho notar autores como Bioy Casares (1940) y Roger Caillois (1970); sin embargo, al ser permeable a las condiciones contextuales en las que se produce y es comprendido, este arquetipo es sumamente dúctil y polifacético (como lo es, por lo demás, todo el imaginario que abreva del género o modo fantástico).2 Por ello, es factible identificar una actualización del fantasma en las crónicas narrativas (periodístico-literarias) publicadas durante este decenio desde Centroamérica y México, donde aquél adquiere claras connotaciones políticas, sobrepasando los límites de lo fantástico para instalarse en lo “real/referencial”. El fantasma pasa a ser, en estos textos, expresión mermada de una humanidad frágil e imprecisa, abandonada por Estados que se doblegan ante la soberanía de un sistema económico feroz. Nos situamos, por cierto, en el marco de la perspectiva teórica que nos abre la obra de Antonio Cornejo Polar, que enfatiza las contradicciones y diferencias irreductibles que constituyen nuestra heterogeneidad latinoamericana y que son, en sí mismas, una instancia de resistencia y reivindicación. Porque, como ha hecho notar Mabel Moraña, a través de lo monstruoso –y de sus figuras próximas, añadimos- se evidencia el fracaso de los proyectos nacionales de normalización, emancipación y progreso (2017:297). | |
