bachelorThesis
Síndrome metabólico y riesgo cardiovascular en adolescentes de 12 a 19 años de los colegios secundarios del área urbana de la ciudad de Loja
Autor
Yaruquí R., Karina E
Institución
Resumen
La adolescencia es un periodo de crecimiento acelerado con un aumento muy importante tanto de la talla como de la masa corporal. Además, en relación con el sexo, tiene lugar un cambio en la composición del organismo variando las proporciones de los tejidos libres de grasa, hueso y músculo fundamentalmente y el compartimiento graso. De este modo se adquiere el 40-50% del peso definitivo, el 20% de la talla adulta y hasta el 50% de la masa esquelética. Los varones experimentan un mayor aumento de la masa magra tanto en forma absoluta como relativa, y en las mujeres se incrementa, sobre todo, la masa grasa. Estos cambios tienen un ritmo de desarrollo variable según el individuo, lo que origina un aumento de las necesidades nutricionales más en relación con la edad biológica que con la cronológica, y en mayor grado en los chicos que en las chicas.
Estos hechos condicionan un aumento de las necesidades de macro y micro-nutrientes y la posibilidad de que puedan producirse deficiencias nutricionales en esta edad si la ingesta no es adecuada.
La conducta y los hábitos alimentarios del niño se adquieren de forma gradual desde la primera infancia, en un proceso en el que el niño aumenta el control e independencia frente a sus padres hasta llegar a la adolescencia. En este momento en el que se concluye también la maduración psicológica; se establecen, patrones de conducta individualizados marcados por el aprendizaje previo, aunque muy influidos por el ambiente, sobre todo por el grupo de amigos y los mensajes de la sociedad en general.
Es frecuente que los adolescentes omitan comidas, sobre todo el desayuno, que consuman gran cantidad de tentempiés, que muestren preocupación por una alimentación sana y natural, y sin embargo exhiban hábitos absurdos o erráticos, que tengan un ideal de delgadez excesivo, que manifiesten total despreocupación por hábitos saludables, consumiendo alcohol, tabaco u otras drogas, y no realizando ejercicio físico. Todos estos factores condicionan grandes variaciones individuales en las necesidades nutricionales, debiendo particularizarse en cada caso el consejo nutricional.
Todos estos cambios, fisiológicos, psicológicos y sociológicos influyen en la aparición de entidades que a la larga definirán la aparición temprana o tardía de enfermedades crónico-degenerativas en la edad adulta. Una de estas alteraciones que ha venido cobrando importancia es el diagnóstico temprano de un grupo de alteraciones tanto clínicas como de laboratorio conocido como “síndrome metabólico”.
Podemos definir al síndrome metabólico (SM) como el conjunto de anormalidades clínicas y bioquímicas que llevan a una elevación en el riesgo de aparición de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
El síndrome metabólico se definió recientemente por el Adult Treatment Pannel III el mismo que fue modificado para niños y adolescentes, bajo los siguientes criterios:
1. Obesidad abdominal (circunferencia de la cintura): percentil > 90 en hombres, y mujeres
2. Triglicéridos séricos ≥ 110 mg/dL
3. Colesterol asociado a lipoproteínas alta densidad (CHDL): < 40 mg/dL en hombres y mujeres.
4. Presión arterial ≥ a percentil 90 en hombres y mujeres
5. Glucosa de ayuno ≥ 110 mg/dL, o resistencia a la insulina.
Además se asocia : Estado pro-inflamatorio, definido por un valor de PCR cuantitativo mayor o igual a 3 mg/dl. y Estado pro-trombótico, definido por concentraciones de fibrinógeno mayores o iguales a 300 mg/dl.
A pesar de una falta de definición uniforme de este síndrome en Pediatría, los recientes estudios han mostrado que el mismo se desarrolla durante la niñez y es muy prevalente entre los niños y adolescentes con sobrepeso. Las hipótesis del papel central de la resistencia a la insulina y obesidad como rasgo subyacente común del síndrome metabólico también aparece ya ser manifiesto en la niñez. En vista de la epidemia de obesidad actual en los niños y adolescentes, hay una necesidad vital de proporcionar las pautas adecuadas para el la definición del síndrome metabólico en Pediatría y Medicina Interna para el desarrollo de estrategias de prevención y tratamiento.
Existen ya numerosos estudios en el extranjero, los cuales han establecido la prevalencia del SM durante la niñez y adolescencia; sin embargo sus resultados a pesar que nos dan una guía importante en el manejo de nuestros adolescentes y niños, reflejan la realidad de ellos, no la nuestra.
Un estudio realizado por Weiss, et al., determine que la prevalencia de SM es alta entre niños y adolescentes obesos, y se incrementa con el empeoramiento de la obesidad. Los bio-marcadores incrementan con el empeoramiento de la obesidad y el incremento del riesgo cardiovascular se encuentra ya presente en aquellos jóvenes.12
Un estudio de Pedrozo W. R. y col., de: Prevalencia de obesidad y síndrome metabólico en adolescentes de la ciudad de Posadas, Misiones. En el cual observaron una prevalencia del SM de 4,5 %. En otro estudio realizado por: Gloria María Agudelo Ochoa, Rosmery Arias Arteaga, de: Prevalencia del síndrome metábolico en niños y adolescentes escolarizados del área urbana de la ciudad de Medellín, observaron que la prevalencia global del síndrome metabólico fue de 6,1% .
En 1998, la OMS declaró a la obesidad como una epidemia global, que incluye niños y adultos. Los resultados de los programas para bajar de peso resultaron desalentadores, por lo tanto la prevención es fundamental para reducir los impactos de la obesidad en la sociedad. Es vital comenzar con la prevención desde la infancia, promoviendo un estilo de vida más saludable. La evidencia muestra que la familia es el principal factor ambiental que influye sobre el peso, mientras que la escuela es una buena oportunidad para desplegar estrategias de prevención.1
De acuerdo a lo anterior la obesidad ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un problema de Salud Pública. Sus implicancias y su asociación con las dislipidemias, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 y algunos tipos de cánceres así lo han determinado. Por otro lado, el costo social y económico que significa para los países, amerita una responsabilidad no sólo institucional sino también estatal.2
Con estos antecedentes, la obesidad es la enfermedad nutricional más frecuente en los países desarrollados. Estudios recientes realizados en distintos países demuestran que entre el 5 y el 10 % de los niños en edad escolar, son obesos. Y en los adolescentes la proporción aumenta hasta situarse en cifras del 10 al 20 %. La frecuencia tiende a aumentar en los países desarrollados, constituyéndose en un problema sanitario de primer orden, al ser un factor común para diversas patologías.
Si bien lo mencionado es muy representativo en los países en desarrollo, esto no implica que los países identificados dentro del subdesarrollo estén al margen de este problema. Estudios realizados en el Perú, tanto nacionales (3-4) como regionales (5-6), reportan altas prevalencias de sobrepeso y obesidad, lo que indica una presencia importante de esta patología. No existe tanta información en los niños como en los adultos; sin embargo, reportes de representación nacional (7) y local (8-9) muestran una mayor presencia en los niveles socioeconómicos altos y en las áreas urbanas que en los niños de áreas rurales.
El hecho de que una gran cantidad de estos niños seguirán siendo obesos cuando adultos (10) y, por otro lado, las condiciones que se da con el fenómeno de la transición nutricional, permite pensar que el problema va a ser mucho mayor en el futuro, por lo que corresponde elaborar estrategias preventivo- promocionales
Nuestro país y provincia no están aislados de esta realidad, los medios de comunicación brindan al individuo constante información referente al estilo de vida de adolescentes, especialmente de países industrializados, lo cual influye en la personalidad en formación del mismo, ingresando hábitos alimenticios, algunos beneficiosos, pero la gran mayoría nocivos; esto se evidencia en la observación diaria del adolescente, en donde los trastornos del peso comienzan a ser un problema creciente de salud pública en nuestro medio, por un consecuente aumento en el consumo de calorías y grasas y una disminución en las actividades físicas.
Según Rodrigo Yepez: Director, Instituto de Salud Pública – Universidad Central del Ecuador. Presidente, Sociedad Ecuatoriana de Ciencias de la Alimentación y Nutrición (SECIAN) cita que: La obesidad es un nuevo problema de salud para la población ecuatoriana, sin dejar de ser para una parte de ésta un tema de exclusiva preocupación de estética corporal. Existe una cierta conciencia en algunos sectores de que la obesidad representa un problema sanitario serio, especialmente por sus implicaciones en el desarrollo de enfermedades severas, de carácter crónico, que ocupan los primeros lugares en las estadísticas de mortalidad (como diabetes de tipo 2, enfermedad cerebro vascular o enfermedad isquémica del corazón). Afecta a sujetos de todas las edades y sexos. Es más frecuente en las mujeres y en sectores sociales de bajos ingresos. Unas 1.200 millones de personas en el mundo tienen exceso de peso y de éstas, 250 millones (entre ellas niños y jóvenes) sufren de obesidad (OPS, 2003). 11
Es muy preocupante el hecho de que cada vez sean más numerosos los niños, adolescentes y jóvenes afectados por la obesidad, independientemente de su condición social. Un estudio amplio muestra que un tercio de los preescolares y la mitad de escolares obesos, serán adultos obesos y estarán expuestos a un alto riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular e hipertensión arterial (Gutiérrez-Fisac, 1999). La obesidad en la infancia y adolescencia es un factor pronóstico de obesidad en el adulto. Aunque solo 30% de los adolescentes obesos lo serán también en la edad adulta, se sabe que el 80% de los adultos con obesidad severa iniciaron su estado de obesos durante la adolescencia (Caballero, 1985). 11
Parece haber tres periodos críticos para el desarrollo de la obesidad: el prenatal, el de los 5 a 7 años, y el de la adolescencia (especialmente en las mujeres). Este último periodo además se asocia estrechamente con la morbilidad relacionada con la obesidad (Dietz, 1994). En consecuencia, la idea de que “un niño regordete es un niño sano” ya no puede ser aceptada (Jacoby, 2004 a). 11
Un estudio en escolares se hizo en el 2001 en una muestra representativa nacional de 1.866 escolares de ambos sexos, habitantes de área urbana y de 8 años de edad en promedio. Los resultados principales son: 11
a. Prevalencia de sobrepeso y obesidad: 14% (8% con sobrepeso y 6% con obesidad);
b. Es mayor en las mujeres (15,4%) que en los varones (12,2%);
c. Es más frecuente en la costa (15,9%) que en la sierra (11,0%);
d. Incide especialmente en los niños de las escuelas privadas (20,6%), pero está presente también en las escuelas públicas (10,4%); y,
e. El sobrepeso/obesidad alcanzó prácticamente la misma magnitud que el retardo del crecimiento (16%) en los niños de la muestra.
El estudio en adolescentes se realizó en el 2006 en una muestra nacional representativa de 2.829 adolescentes de ambos sexos, de 12 a 18 años, habitantes de área urbana. Los resultados principales son: 11
a. Prevalencia de sobrepeso y obesidad: 22,2% (13,7% con sobrepeso y 8,5% con obesidad).
b. Es mayor en los varones (23,1%) que en las mujeres (21,5%);
c. Es más frecuente en la costa (26,3%) que en la sierra (17,7%);
d. Afecta más a los adolescentes de colegios privados (26,1%) que de públicos (19,4%); y,
e. En los adolescentes de la muestra, el sobrepeso/obesidad superó a la desnutrición (16,8%).
Dislipidemias, intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia, hipertensión arterial, son algunos fenómenos que podemos encontrar en nuestros adolescentes a nivel no solo local sino en nuestro país y alrededor del mundo; y se transforman en un factor de riesgo importante de morbi-mortalidad por enfermedades cardiovasculares en la vida adulta, naturalmente reduciendo significativamente la esperanza de vida y productividad de un individuo adulto.