La inestabilidad de los gobiernos nacionales y también de los gobiernos seccionales que si bien no han llegado a las revocatorias se han visto en penosos escenarios de quema de Municipios y una cantidad de actos vandálicos donde finalmente los de siempre han pescado a rio revuelto y los pueblos se han quedado en el atraso, cohibidos de servicios públicos elementales. Uno de los grandes problemas había sido la politización del entonces Tribunal Electoral donde siempre era parte del reparto entre los partidos políticos más representativos, y estos a su vez en manos de elites económicas que finalmente eran los que movían el ajedrez. La Constitución de Montecristi da un gran paso cuando crea los mecanismos para liberar a la función electoral de los tentáculos de los partido políticos y grupos de poder, encargando al Concejo de Participación Ciudadana y Control Social, de los procesos de designación de autoridades entre las que se encuentran las del Concejo Electoral y claro que no hay medida infalible contra estos males pero en todo caso se da un gran acierto. También se fortalece la herramienta de la revocatoria del mandato como una forma legal pacífica y civilizada de sacar a un funcionario que no ha cumplido con los compromisos y las aspiraciones de los ciudadanos que confiaron en él y en sus ofertas de campaña, cuando le dieron el voto.