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El Arte, un espectador de la Guerra. Del dolor de los cuerpos femeninos a la profanación del Ser
Registro en:
10.15517/es.v75i2.25588
Autor
Solorzáno, Alejandra
Institución
Resumen
El arte en algunas de sus obras más importantes, ha sido observador declarante de la historia y la continuidad de un cierto proceso de "naturalización" por la que el cuerpo femenino ha sido botín de guerra. Las autorías que ilustran a través del tiempo "el rapto", y en alguna medida la justificación de robo, sometimiento y sacrificio de mujeres a causa de su belleza como recompensa de guerra, revelan un problema vigente y crítico sobre nuestra contemporaneidad, el secuestro del cuerpo por sobre la anulación del Ser femenino. Importantes obras de arte que registran de forma bella y acrítica, sucesos de la mitología tales como el rapto de Europa, el secuestro de Perséfone, las Sabinas, el sacrificio de Ifigenia, por mencionar algunas, fundamentan las bases de una maquillada “justificación” de la violencia sexual y la esclavitud femenina, que en la historia del mundo, casos como el de Boc Dong Kim y las “mujeres de solaz” o “mujeres de confort” de Corea, China, Filipinas, Malayas, entre otras (Segunda Guerra Mundial), y el caso de las mujeres de Sepur Zarco en Guatemala (1980-1983), son ejemplos de un doble crimen de guerra. Se anula al Sujeto femenino por la instrumentalización de su corporalidad. La belleza como mandato social y asignación de género es un enemigo profanador de la constitución ontológica del ser femenino. La mujer como cuerpo y el cuerpo que le es despojado. En tanto, el arte ha sido un testigo pasivo y quizá, en su indolencia, legitimador.