Objeto de conferencia
Malvinas: el origen británico del modelo de las víctimas y el “punto de vista del loco”
Autor
Vassallo, María Sofía
Institución
Resumen
La dimensión simbólica no es no es una dimensión menor, secundaria, un simple complemento de los hechos históricos, no es algo que se les agrega o superpone como capa ornamental, superficial, sino que los constituye. “Para poder comprender los fenómenos sociales más fundamentales, (...) la ciencia social debe tener en cuenta el hecho de la eficacia simbólica de los ritos de institución; es decir, el poder de actuar sobre lo real actuando sobre la representación de lo real” (Bourdieu 1985: 80). La acción política misma es posible porque los hombres “que forman parte del mundo social, tienen un conocimiento (más o menos adecuado) de ese mundo y saben que se puede actuar sobre él actuando sobre el conocimiento que de él se tiene” (Bourdieu 1985: 96). Es decir, que la acción política no es comprensible fuera de la dimensión simbólica que la genera y el imaginario que ella misma crea (Sigal y Verón, 1988: 13). La disputa por el poder sobre las cosas, los territorios, los recursos naturales, se articula con la lucha por el sentido común, por la visión del mundo que habilita y justifica determinadas relaciones de dominación. El poder simbólico es “el poder de constituir lo dado por la enunciación, de hacer ver y creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo y, por ello, la acción sobre el mundo, por lo tanto el mundo; poder casi mágico que permite obtener el equivalente de lo que es obtenido por la fuerza (física o económica)” (Bourdieu, 1977:71). Es “ese poder invisible que no puede ejercerse sino con la complicidad de los que no quieren saber que lo sufren o incluso que lo ejercen” (Bourdieu, 1977: 66). Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación