dc.description.abstract | Uno de los tantos sistemas que sustentan la ciudad actual, es el relacionado a la cadena de suministros, consumo y el “e-commerce” de productos. Los ciudadanos se han sometido a esta nueva cotidianidad, recibiendo productos comprados online en menos de 48 horas y en perfectas condiciones, convirtiendo el uso del delivery en algo omnipresente.
Una de las principales arquitecturas que hace posible la agilización en la entrega de productos tanto en hogares como en cadenas de retail, son los denominados centros de distribución. Comúnmente localizados en la periferia de la ciudad, estos grandes galpones albergan los procesos logísticos para que los productos lleguen a tiempo y en buenas condiciones a sus destinos. Sin embargo, con el exponencial crecimiento de la ciudad, la pandemia y el deseo de acelerar la última milla, ha aparecido otra pieza en la cadena de distribución, pero de menor escala e inmersa en la ciudad. Se trata de sub-centros de distribución, conocidas como dark stores, llegando a manos del cliente en tiempos récord gracias a su estrategia de localización y política de solo delivery.
En contraposición a estas cajas herméticas que niegan su vida urbana, existen hace ya varias décadas otros nodos que también llevan a cabo la etapa final de distribución del mundo logístico: las oficinas de correo postal y reparto de encomiendas, permitiendo el intercambio de información y productos con otras regiones del país y el mundo. A pesar de ello, estas oficinas, hoy, se han asemejado a las dark stores, perdiendo su antiguo carácter urbano, tanto como espacio de referencia como espacio público de encuentro e intercambio, siendo reemplazados progresivamente por “cajas negras” que niegan el espacio público y su potencial relación con la vida en la ciudad.
Si bien los centros de distribución (CDD) destacan por su hermeticidad hacia el exterior, hay mucho que rescatar de su arquitectura y sistema constructivo. Pues su condición flexible, prefabricada y de planta libre, le permite infinitas variaciones que pueden ser aprovechadas para introducirse en la compleja trama urbana y sus diferentes tipos de densidad. Al mismo tiempo que esta puede no solo albergar programas logísticos, sino que también otros de índole comunitaria y barrial que permitan una relación fluida con la ciudad y sus habitantes. La creación de edificios comunitarios micro-logísticos que se encuentren en varios puntos dentro de la ciudad, a partir del sistema constructivo prefabricado de los CDD, son una alternativa a las oficinas de correo y encomienda que hoy no dialogan con su contexto urbano. | |