| dc.description | La enfermedad por coronavirus que apareció por primera vez en 2019 (COVID-19
por el acrónimo en inglés) es una infección respiratoria causada por el virus
SARS-CoV2 (también conocido como el virus del COVID-19). Este virus se
transmite principalmente por contacto físico estrecho y por gotitas respiratorias. A
la fecha pocos de los estudios reunidos se habían vinculado categóricamente el
virus de COVID-19 con un protocolo de atención específico. Aun así, las
orientaciones o recomendaciones aquí expuestas están basadas en la información
existente y en las experiencias de transmisión y con la contaminación de
superficies por otros coronavirus y bacterias que sí se ha vinculado con esta forma
de transmisión. Por lo tanto, estas orientaciones se emiten con el fin de reducir
cualquier función que los aerosoles y fómites pudieran desempeñar en la
transmisión de COVID-19 en entornos médico-sanitarios y odontológicos. La
transmisión del virus del COVID-19 se ha relacionado con el contacto estrecho de
las personas en locales cerrados, como las viviendas, los centros sanitarios, y los
asilos. Asimismo, se ha comprobado la vulnerabilidad frente a la transmisión de
este virus en lugares de la comunidad distintos de los establecimientos sanitarios,
tales como los edificios de acceso público, los centros religiosos, los mercados, el
transporte público y los negocios. Hoy en día se desconoce la función de la
transmisión mediante fómites y la necesidad de las prácticas de desinfección fuera
de los centros sanitarios; sin embargo, si existen los principios de prevención y
control de infecciones concebidos para mitigar la propagación de agentes
patógenos en dichos centros, en particular las prácticas de limpieza y
desinfección. Al igual que otros coronavirus, el SARS-CoV2 tiene una envoltura
cuya capa exterior de lípidos es frágil y eso lo hace más sensible a los desinfectantes por comparación con los virus carentes de envoltura como rotavirus, norovirus y poliovirus. | |
