El Japón de Barthes: entre la invención y la traducción
Autor
Garrote, Karen Andrea
Institución
Resumen
Homi K. Bhabha, en El lugar de la cultura, reflexiona acerca de la necesidad de pensar más allá de las narrativas en torno a las subjetividades originarias tradicionales, deteniéndonos en aquellos procedimientos que surgen a partir de la puesta en juego de las diferencias culturales. Llama a estos procesos, espacios “in between” (entre-medio), que posibilitan la construcción de un terreno firme para pensar determinadas estrategias de identidad, que a su vez posibilitarán la construcción de otras nuevas identidades, habilitando el cuestionamiento y el diseño de mecanismos que colaborarán a la hora de definir la idea de sociedad en su totalidad. Es en las grietas, en los pequeños espacios en blanco, en los desplazamientos de la diferencia, donde se pautan todas las experiencias subjetivas, comunitarias y de valor cultural. Una de las cuestiones a clarificar sería qué tipo de sujeto, de individuo, y qué tipo de prácticas tendrán lugar en estos espacios “in between”. Pensando justamente en estas posibles prácticas, es “el caso Barthes” y su invención de Japón, uno de los ejemplos que tomaremos a la hora de dilucidar qué nos depara un pensamiento-entre-culturas.
En El imperio de los signos, Barthes habla de “el Japón” haciendo referencia a “su” Japón. Pues se trata del Japón que él ha visto y experimentado, el que ha producido en él determinadas impresiones; pero no del “real”, sino más bien de una sumatoria, de una mezcla de elementos, formas y signos.
Barthes, más que un visitante de otra cultura, es un lector: se propone “leer” Japón intentando, de este modo, leer e interpretar un lenguaje y unos signos vacíos. Ve en esta cultura el significante puro, completamente liberado de significado, y asiste también a su contrapartida: occidente como imperio del sentido y guardián de los signos “llenos”. Elige Japón por ser “el país de la escritura”, sin emprender por esto la búsqueda de una esencia oriental (“el oriente me es indiferente” confiesa Barthes). Se trata de ir hacia ese país como quien va a la búsqueda de determinados rasgos que le permitan llegar a Japón como se llega a lo otro, a lo diferente, a un sistema de símbolos completamente ajeno al conocido. En definitiva, Barthes busca la posibilidad de una diferencia, un cambio dentro de los sistemas de siempre, apelando a la lectura y al desgarramiento que le provoca el adentrarse en un Japón ficticio, por él mismo inventado. Y este Japón inventado lo deslumbra, provocando en él y en sus lecturas, una revolución, un giro inesperado. Barthes sale de sí, se despliega en su exterioridad, y lo que retorna es la posibilidad de pensarse “entre” una dispersión de signos.