dc.description.abstract | 1. La militancia
¿Hay en la deconstrucción algo así como un llamado a una militancia? ¿Qué es una
“filosofía militante”? Cierto, de Adorno a Foucault, de Marx a Deleuze, pasando
naturalmente por la figura emblemática de Sartre, sabemos que la filosofía ha tomado
fácilmente esta apelación. Pero la cuestión es de saber si una apelación de ese tipo,
con todas las implicancias etimológicas a los milites, a las milicias, a los soldados, a la
guerra, al orden, pueda tener sentido para el pensamiento de Derrida. ¿Cómo
entender exactamente una “militancia” para la deconstrucción?
La pregunta puede parecer de partida equivocada. Por lo general, el militante no es
solo aquel que se dedica a cuestiones políticas, sino aquel que las vive con pasión,
como cuestiones de vida o de muerte. La militancia es en un sentido la creencia en la
separación de vida y muerte, la creencia en un presente vivo, plenamente presente a
sí, en el cual se juega todo, y en nombre del cual hace sentido una determinada lucha.
Hay pues la presuposición de una vida “plenamente vivida” en el presente de la lucha,
que se sostiene en contra de la muerte de la inactividad y la inercia de lo meramente
dado y de lo heredado.
Ahora bien, presentada la militancia de esa forma, es obvio que nada parece menos
derridiano: tanto la presunción de una separación de vida y muerte, así como la
presuposición de una presencia plena de un presente vivo, mantiene a toda forma de
militancia en un contraste de fondo con todo lo que se sugiere políticamente con la
deconstrucción.
Y sin embargo, no estoy tan seguro de que podamos separar el gesto general del
pensamiento de Derrida de una cierta praxis efectiva, de una cierta dinámica de
militancia. Me atrevo a decir incluso que quizás no puede haber efectividad
deconstructiva sin una conexión determinada (aunque misteriosa, profunda,
indeterminada) con una praxis política concreta y con un compromiso efectivos con la
acción (es tal vez el sentido de la fórmula francesa “faut le faire”, “hay que hacerlo”, que
alude al mismo tiempo a un imperativo (“se debe hacer”), así como a una aspiración
irrealizable: “falta mucho para haberlo hecho”, con la cual discute Derrida de Marx ya
desde su curso de 1975-76 sobre Teoría y práctica1). Hay entonces en Derrida, desde muy
temprano, una preocupación para pensar esta efectividad, sabiendo naturalmente que no
se trata de una militancia simple, pero sí de una acción, de un mandato implícito en su
gesto filosófico general.
1 Derrida, J., Théorie et pratique. Cours du 1976-1976, Paris: Galilée, 2017, p. 13 y sig.. | |