dc.description.abstract | Cada vez que se reúnen santiaguinos, su tema recurrente es criticar la ciudad. Literalmente, no saben a dónde irá a parar. Asombra descubrir cuánto sabe y opina el vecino común y corriente sobre locomoción, parque automovilístico, restricción,
contaminación, rasantes, ordenanzas, comercio establecido y del otro, condominios, malls y shoppings. Poco saben, sin embargo, de crónicas e historia, ni parecen sentir arraigo por el carácter o poesía de barrios, calles y casas. Se trata a la ciudad como asunto funcional e inmediato, crudamente objetivo. Poca alma. Poco pasado. Muy poco futuro. Por eso estusiasma cuando hay motivo para contar cosas, para querer a Santiago. Más si es en el centro. A propósito de una esquina, o tres esquinas, en Santo Domingo y Mac-Iver. (Extracto del artículo). | |