| dc.description.abstract | Adentrándose en las callecitas de concreto y cuanto bártulo ofrezca la imaginación popular, salen al paso como monstruos cargados de recuerdos. 'Un libro, un amigo', recitó el profesor de la época. Y usted partió raudo a comprar las enseñanzas empastadas. A San Diego, por supuesto. Reino de libreros; palacio de anticuarios, casona de mortales. Con el tiempo a cuestas, aún quiere dejarse ser... Aunque lo pillen las micros y el cuasi metro que no fue. De uno de !os anaqueles asoma Pío BaroJa, como adelantándose en el orden de las letras. Más atrás se esconde Andrés Sabella acompañado de un Ernest Hemingway representado por "El Viejo y el Mar". Sumatoria de decenios. ¿Cuántos años completarán Joaquln Edwards Dello con Thomas Mann? ¿Por qué Sartre nos deja una esquiva "Náusea" y Garcilaso de la Vega su poesla bucólica? Para reencontrarse con la historia linguística, portadora del saber culto y popular, no hace falta acudir a una médium que ayude al cantar de los cantares emplumados. Ni bolas mágicas, ni platos rotatorios. Basta sólo con asistir a la Primera Fería del Libro Usado que hasta el 25 mantendrá, en su sede de Santo Domingo y Mac lver, la Universidad Mayor. O más permanentemente... caminar por San Diego: el palacio de los libros de ayer. La antítesis para la mente esnobisla... (Extracto del artículo). | |
