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Casa Poblada y Buen Gobierno: Oeconomia católica y servicio personal en San Miguel de Tucumán, siglo XVIII
Fecha
2017Registro en:
Zamora, Romina Noemi; Casa Poblada y Buen Gobierno: Oeconomia católica y servicio personal en San Miguel de Tucumán, siglo XVIII; Prometeo; 1; 2017; 250
978-987-574-882-8
CONICET Digital
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Autor
Zamora, Romina Noemi
Resumen
El término economía no tuvo el mismo sentido a lo largo de toda la historia occidental. Lo que durante muchos siglos se ha entendido por economía, dista mucho del significado liberal del mismo término, que conocemos hoy. Antes que Adam Smith brindara su famosísima teorización en La Riqueza de las Naciones (1776), la economía nada tenía que ver con las naciones. Ni con las riquezas. Ni siquiera con el mercado. Para reducir las confusiones, los estudiosos prefieren utilizar el término oeconomia, al referirse al significado antiguo, dejando el término economía libre de ambigüedades. Esto puede ser útil a la hora de mostrar una fotografía definida, como la estupenda descripción de Otto Brunner de La casa grande y la oeconomia de la Vieja Europa, o para hacer evidente los elementos vertebradores de una mentalidad en la tradición de la literatura para Il Padre de Famiglia, de Daniela Frigo. Pero el desdoblamiento del término muestra algunas dificultades a la hora de comprender la transición entre uno y otro significado. La evolución histórica del término economía no ha sido lineal a lo largo del tiempo, sino que ha ido convirtiéndose en algo totalmente diferente a sí mismo, tanto que el concepto más nuevo no reconoce sus raíces en el viejo, sino en la negación de éste. La antigua oeconomia era el gobierno de la casa y la administración de sus relaciones y bienes, difundida por varios siglos y a través de extensas latitudes, construyendo una sensibilidad más o menos compartida hasta avanzado el siglo XVIII. El buen gobierno de la casa consistía en la esmerada formación de virtuosos padres de familia, que administraban con prudencia, que daban a los pobres la caridad y el ejemplo inalcanzable de virtud, que regalaban con liberalidad a los amigos y mandaban con amor a los hijos, a la esposa, a los esclavos y a los criados. Esa era la clave de la gestión de la casa poblada. El primer elemento que salta a la vista es la definición de oeconomia como la capacidad de mandar. Esta potestad no era jurisdiccional ni valía para mandar a todos, sino para gobernar dentro de la casa. El segundo elemento es que la capacidad de mando se dirigía a todos los subordinados, la mujer, los hijos y también los sirvientes y esclavos. La casa estaba en el centro de esta mentalidad, tanto en su expresión urbana, la casa poblada, como en la casa solariega de la campaña, la casa grande de Otto Brunner tanto como la casa grande de Gilberto Freyre. Tanto hacia fuera, en la determinación de la posición del vecino y su familia en la red de relaciones de la ciudad y de la región, como hacia adentro, en la posición de cada uno de los miembros al interior de la casa. Fundamentalmente, la potestad oeconomica estaba en la base de la autoridad social que representaba la casa poblada, a la hora del reconocimiento de los derechos políticos de los padres de familia. Su alcance no fue menor, ya que asumiendo cabalmente la relación entre política y oeconomia, tanto en la necesidad ineludible de ostentar un prestigio social como en poder demostrar la correcta administración doméstica para asumir funciones políticas, se puede ver que el gobierno de las ciudades no existía como estructura burocrática independiente de las familias principales, sino que era integrado por estos mismos padres de familia, como una extensión y un reflejo, a la vez, de sus funciones domésticas. Ese cuerpo político local con capacidad de autonomía, función y reflejo de los padres de familia, era conocido como república. La república católica.En este trabajo abordamos la conformación de la casa poblada y de la república local, dentro de una mentalidad oeconomica específicamente latinoamericana, a partir de un estudio local, esto es, la pequeña urbe surandina de San Miguel de Tucumán.Esta ciudad tuvo la particularidad, compartida por muchísimas ciudades en realidad, de haber sido trasladada. Para ese traslado, realizado a fines del siglo XVII, tuvieron que hacerse evidentes algunos criterios ordenadores del mundo social, económico y político de la ciudad. Nuestro objetivo es analizar la trascendencia de esas nociones, relacionando la familia, el gobierno y el control social como parte de una misma lógica cultural y de derecho. Buscamos analizar el proceso social y jurídico de conformación de la ciudad, de la vecindad y del mundo del trabajo, indígena y mestizo. Todo ello puede verse expresado en la construcción material y cultural de las casas pobladas.Buscamos, a la vez, integrar el territorio de la ciudad y su jurisdicción, poniendo en relación las casas de la ciudad y las casas solariegas de la campaña. Sin duda, proponemos caracterizar la territorialización de las relaciones sociales y de gobierno.