Otro
Paramilitares y empresas bananeras en el Urabá 2016-2020
Autor
Power, Thomas Harvey
Institución
Resumen
En Colombia, hay antecedentes históricos de colusión entre grupos paramilitares y empresas privadas, por ejemplo, entre la industria bananera y las Autodefensas Unidas de Colombia —AUC—. En 2007, la empresa norteamericana Chiquita Brands admitió ante el Departamento de Justicia de los Estados Unidos haber financiado a las AUC, y en 2012, Raúl Hasbún entregó a la Fiscalía General de la Nación una lista de más de doscientos bananeros y ganaderos de Urabá que, según él, financiaron a las AUC voluntariamente.
En la actualidad, el grupo sucesor de las AUC, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia —AGC— es el grupo armado ilegal dominante en el Urabá y, particularmente, en los cuatro municipios del eje bananero. Después de la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP en 2016, ha habido una persecución a líderes sociales, reclamantes de tierra y defensores de derechos humanos en Colombia; ejemplos de esto son los asesinatos de Hernán Bedoya y Mario Castaño por parte de las AGC en 2017 en el Bajo Atrato, Chocó —muy cercano geográficamente al eje bananero— y el ataque contra Germán Graciano Posso, el representante legal de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.
Todo lo anterior me llevó a la pregunta de investigación para la presente tesis: ¿existe evidencia de que las empresas bananeras como Unibán, Banacol y Banafrut tienen nexos con las AGC para obtener beneficios ilegales de dichos nexos y —en caso afirmativo— qué factores explican esta relación?
El capítulo uno muestra evidencia empírica sobre dichas relaciones. Primero, hice un análisis de las condiciones socioeconómicas del eje bananero en las que las AGC se han insertado y han logrado un control del territorio y de la población. En segundo lugar, muestro evidencia de que hay coordinación y colusión entre la fuerza pública y las AGC a partir de tres indicaciones. Dentro de estas dinámicas político-económicas, la industria bananera es una de las más grandes de la región. Existen algunos indicios que dan cuenta de una posible continuación en las relaciones entre la industria bananera y un grupo al margen de la ley. En primer lugar, trabajadores de los cuatro municipios del eje bananero han visto a miembros de las AGC reunirse con los administradores de las fincas. En segundo lugar, otros voceros de la comunidad afirman que, cuando hay robos en las fincas, las AGC realizan la investigación y asesinan a aquellas personas que consideran culpables. Por último, hay una persecución sistemática al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Agroindustria de Colombia —SINTRACOL—.
Los capítulos que siguen apuntan a rastrear los incentivos que pueden explicar las relaciones. El capítulo dos rastrea la política económica internacional a partir de cuatro aspectos: los Principios Rectores de Empresas y Derechos Humanos, las empresas calificadoras de crédito, el papel de las divisas y la opacidad de flujos de capital. El capítulo tres rastrea la capacidad del Estado de llevar a juicio a empresas que recurren a grupos paramilitares a partir de la “impunidad política”. El capítulo cuatro demuestra cómo los discursos emitidos por altos políticos pueden ser interiorizados por los empresarios bananeros y, eventualmente, justificar el uso de la violencia para asegurar la vida y la propiedad. Por último, el capítulo cinco analiza la estructura corporativa de las empresas Unibán, Banacol y Banafrut y los mecanismos de debida diligencia a derechos humanos.
La metodología que llevé a cabo en esta investigación es el rastreo de procesos, la cual somete una serie de hipótesis a escrutinio a partir de diferentes evidencias. Realicé más de treinta entrevistas a pobladores del eje bananero, y también a políticos, economistas, representantes de las empresas bananeras, defensores de los derechos humanos, entre otros individuos y especialistas. Contrasté sus afirmaciones con documentos públicos, como los informes de riesgo de la Defensoría del Pueblo, estadísticas del Gobierno, informes de ONG y artículos periodísticos.
Palabras clave: Paramilitares, empresas multinacionales, violencia antisindical, derechos humanos, violencia política, Standard & Poors, Moody’s Rating Service, impunidad política. In Colombia, there are precedents of collusion between paramilitary groups and private companies, such as between the banana industry and the “United Self-Defense Forces of Colombia —AUC, for their initials in Spanish—. In 2007, the U.S. Department of Justice fined Chiquita Brands for having voluntarily financed the AUC, and in 2012, ex-paramilitary leader Raúl Hasbún gave a list of more than two hundred banana and ranching businesspeople in Urabá who he says voluntarily financed the AUC to the public prosecutor’s office.
Today, the successor group to the AUC, the “Gaitain Self-Defense Forces of Colombia —AGC, for their initials in Spanish— is the dominant illegal armed group in Urabá and, in particular, in the four municipalities of the banana axis. After the signing of the Peace Accord with the FARC-EP in 2016, there has been a persecution of social leaders, land reclaimants, and human rights defenders in Colombia; examples of these are the assassinations of Hernán Bedoya and Maria Castaño by the AGC in 2017 in Bajo Atrato, Chocó —very close geographically to the banana axis— and the attack against Germán Graciano Posso, the legal representative of the Peace Community of San José de Apartadó.
All this brings me to question of investigation for this thesis: is there evidence that companies such as Unibán, Banacol, and Banafrut have links with the AGC to obtain illegal benefits and —if so— what factors can explain these relationships?
The first chapter shows the evidence for such relations. First, I did an analysis of the socioeconomic conditions of the banana axis in which the AGC have inserted themselves and have achieved control of the territory and the population. Second, I show the evidence of three indicators of coordination and collusion between the armed forces and the AGC. In the midst of these politico-economic dynamics, the banana industry is one of the biggest of the region. Workers from four municipalities of the banana axis have seen members of the AGC meeting with administrators of the plantations. Representatives of the community have affirmed that, after robberies in the plantations, the AGC carry out the investigation and assassinate those people who they consider guilty. There is a systematic persecution of the National Union of Workers of the Agroindustry of Colombia —SINTRACOL—.
The following chapters look to trace incentives that could explain the relationships. Chapter two traces four aspects of international political economy: The Guiding Principles of Business and Human Rights, credit ratings agencies, the role of reserve currencies, and the opacity with which capital can flow across borders. Chapter three traces “political impunity” of the State to prosecute companies that resort to paramilitary groups. Chapter four demonstrates that the discourses of high-level politicization can be internalized by banana businesspeople and, eventually, justify the use of violence to assure life and property. Lastly, chapter five analyzes the corporate structure of the companies Unibán, Banacol, and Banafrut and the mechanisms of due diligence of human rights.
The methodology used in this investigation is process tracing, which scrutinizes a series of hypothesis by analyzing evidence. I carried out more than 30 interviews to habitants of the banana axis, as well as politicians, economists, representatives of banana companies, human rights defenders, among other individuals and specialists. I contrasted their affirmations with public documents, such as Risk Reports from the Ombudsman’s Office, government statists, reports from NGOs, and news articles.
There is a lot of evidence that banana companies coordinate and collaborate with the AGC, and there are also incentives in international political economy, state capacity, political culture, and corporate structure that can explain these relationships.
Keywords: Paramilitaries, multinational corporations, anti-union violence, human rights, political violence, Standard & Poor’s, Moody’s Rating Service, political impunity