| dc.description.abstract | En Chile, aproximadamente un 73% de sus habitantes son parte del sistema de salud público y
solo cerca de un 20% pertenecen al sistema de salud privado, el restante 7% no cotiza en
ninguna de estas dos opciones, esto según la encuesta de la Superintendencia de Salud del
año 2011. En ambos sistemas existen falencias de diversas índoles, como lo son en temas de
eficacia, productividad y sobretodo, cuando hablamos de atención de calidad.
He sido observador cercano de las inequidades, carencias e incluso indignidades de la
atención de las personas en el sistema público, no tanto de un punto de vista técnico,
pero sí, administrativo, burocrático y humano. Por otra parte, las precariedades del
sistema privado dicen relación con un indisimulado mercantilismo, lo que no debe
sorprender en tanto la salud es considerada por algunos un bien de consumo y un
lucrativo negocio. Pese a los avances indiscutibles en los indicadores sanitarios básicos,
la sociedad chilena no ha logrado hasta hoy configurar una fórmula de atención médica
a las personas que sea equitativa y satisfaga las apremiantes necesidades cotidianas
que tiene su población, especialmente la económicamente más desvalida, incluidos
ciertamente los más anciano. (Goic, 2015)
El sistema de salud descrito por Goic hace cuatro años no es muy distinto de lo que se vive en
la actualidad. Sin duda hemos avanzado mejorando procesos a través de reformas, es así
como el 01 de octubre de 2012, entró en vigencia la Ley 20.584, que corresponde a la Ley de
Derechos y Deberes de los Pacientes, la cual que establece cuáles son los derechos y deberes
de las personas en relación a las acciones vinculadas a su atención de salud, el enfoque
principal de esta nueva ley, son los usuarios. Con esto se busca resguardar principios básicos
de atención en salud homogenizando los criterios de forma transversal tanto para el sector
público como privado. (Ministerio de salud; Subsecretaria de Salud Pública, 2012). | |
