dc.description.abstract | La preocupación por la televisión en su aspecto de industria cultural surge
al interior de una reciente sensibilidad hacia otras influencias sociales de las
emisoras, influencias diferentes a las que tradicionalmente se le había asignado al
medio en general, y en particular a las estaciones públicas de televisión. En
efecto, por muchos años, la influencia cultural-social deseable para la pantalla
chica se había relacionado primordialmente con la educación formal escolar, con
la divulgación de la alta cultura clásica europea y la discusión académico-política.
Sin duda que uno de los factores que impiden el desarrollo sustentable de
los programas culturales en la televisión y que permiten su permanencia en las
parrillas programáticas, es el poco o casi nulo aporte e interés por parte de la
empresa privada, para el desarrollo y patrocinio de estas emisiones televisivas .
Pero sin duda que los principales responsables de la poca variedad de
programas culturales son precisamente los canales de televisión. Ellos se
restringen a lo que el CNTV les pide. Debido a que programas faranduleros, de
opinión y estelares entre otros, les rinden mayores ganancias económicas, no hay
un interés por parte de ellos mismos por invertir más potentemente en propuestas
de programas culturales, que sin duda son mucho más interesantes. Aquí se
puede poner en duda la "responsabilidad social" que tiene todas las empresas.
Frente a la televisión es donde quedamos más culturalmente desnudos. Es
nuestro ojo, nuestra mirada hacia el exterior, es la manera como conocemos lo
que somos, lo que otros son, pero es también la manera como nos conocemos a
nosotros mismos. Tiene ese vínculo radical con la raíz del país. Por lo mismo tiene
que dar cabida a todas las expresiones culturales. | |