dc.description.abstract | Durante el último gobierno radical de la historia de Chile, el presidente Gabriel
González Videla declaró el inicio de la “guerra contra el comunismo”, cuyo objetivo
explícito -aunque no único- fue contener la influencia de los comunistas en Chile y, de esta
forma, en el mundo. Dicha depuración cobró especial intensidad ente octubre de 1947 -
huelga en la zona del carbón- y agosto de 1949 –“Revolución de la chaucha” en Santiago-,
periodo en el que desde el Estado se intentó inculcar una cultura bélica tanto en las zonas
de mayor conflictividad sindical, edificios de reparticiones públicas y calles, como en
espacios que habían permanecido bajo una aparente neutralidad, como las escuelas.
La presente investigación tiene como objeto la campaña ideológica y represiva
dirigida por el Ministerio de Educación Pública, secundado por la prensa anticomunista -y
respaldada por algunos sectores de la sociedad civil- para alinear a las escuelas chilenas en
la Guerra Fría. Sostenemos que dicha cruzada implicaba, por un lado, eliminar a los
profesores “rojos” de los colegios mediante la aplicación de la legislación represiva y la
vigilancia de colegas, inspectores, apoderados y alumnos. Por el otro, reforzar la enseñanza
de valores democráticos, panamericanistas y patrios, entendidos desde la perspectiva
occidental y en oposición a la Unión Soviética.
El análisis de documentos oficiales, discursos públicos, prensa y documentación
interna de reparticiones estatales permite establecer cómo los profesores militantes o
cercanos al comunismo -y muchos que pertenecían a otras tendencias- sufrieron la
expulsión de sus puestos de trabajo, relegación a otras zonas geográficas y eliminación de
los registros electorales como parte de una operación que buscaba extirpar legal y
culturalmente al comunismo como ideología y práctica en Chile, y a la vez situar al país
dentro del área de influencia de Estados Unidos. Dicho proceso depurativo tuvo además
una función ejemplificadora, que pretendió disciplinar a aquellos movimientos sociales y
políticos que por aquel entonces amenazaban con rebalsar los controles estatales. Tales
dimensiones de la “guerra contra el comunismo” anticipaban las arraigadas bases y
creencias de un anticomunismo estatal, partidista y civil que se tornará mucho más masivo
y feroz décadas más tarde. | |