dc.description | Las m?quinas de juegos electr?nicos trepidaban en un desconcierto de ruidos, unas parec?an re?rse en forma t?trica, otras lanzaban sonidos mon?tonos de repetidos puntapi?s, garrotazos, pu?etazos, golpes de todo tipo y hasta metrallas de armas de fuego, con chillidos de monstruos de otros mundos que abrazan e hipnotizan con el insistente "inserte o in", de luminosa intermitencia, a j?venes y adultos; pero m?s a los menores -cosa incre?ble- de edades de m?s o menos seis a?os para arriba. El efecto que les produce este entretenimiento es muy profundo. Cuando est? en lo m?s crudo de ganarle a la m?quina, el joven utiliza su mente y su cuerpo de tal forma que, cuando aprieta los botones controladores lo hace veloz y violentamente, se para, se sienta, se contornea, se tensa ... sin despegar sus inexpresivos ojos de sus "enemigos", y por cada cl?max de satisfacci?n y victoria hay una moneda de por medio autom?ticamente sacada del bolsillo para introducirla en la "tragavoluntades" y monedas. El joven hace esto tan r?pidamente como para no darle tiempo de reponerse a la m?quina y a su s?quito de maleantes, pero si la m?quina burla al joven y repentinamente ?sta le gima la pelea -porque eso es lo que es- ?l, segundos antes del desenlace, sabiendo que ya perdi?, suelta una expresi?n vulgar y soez, misma que no sabe ni le interesa su verdadera acepci?n, y que invariablemente, se oye gritar por todos los perdedores vencidos por la electr?nica, haci?ndola parte del "juego" y dicha con un tono de encolerizada derrota. | |