Coleccionar los fragmentos más sensuales protagonizados por homosexuales en novelas colombianas, a la manera en que Mélida García y Miguel de Camps Jiménez habían hecho Antología de la literatura gay en la República Dominicana (Editorial Manatí, República Dominicana, 2004) fue el primer paso para proponer la monografía Crónicas de Tinieblos. Al diablo la maldita primavera (Alonso Sánchez Baute), Un beso de Dick (Fernando Molano), El fuego secreto (Fernando Vallejo), El Divino (Gardeazabal) y La ciudad de todos los adioses (César Alzate Vargas) son textos ricos en esas imágenes para recortar y conservar como pidiendo permiso pa' hacer lo mismo, como diría Manuel Mejía Vallejo. La problemática nació cuando revisé algunos textos del la región cafetera: El ángel vengador, Uno bajo el signo del escorpión, El ángel sodomita y La pasión de las gárgolas son textos en los que el sexo entre pares no es deleite, ni comunión, ni éxtasis, ni recreo, ni lúdica. Por el contrario, es mugroso, nauseabundo. Uno de los pocos cuentos con un eco distinto fue el de José Chalarca Con el alma en la boca: un erotismo desenfadado, decidido, envidiable. Sin embargo, al no encontrar las escenas que buscaba, el tema apareció transparente: ¿por qué no es posible que los autores del eje cafetero se den licencia para asumir la temática homosexual de una manera más liberadora? Para responder a esta pregunta inicié la empresa de recoger en un mosaico la radiografía de los homosexuales que aparecen en la narrativa del Gran Caldas. Trabajé entonces con los personajes evitando la tendencia de cobijar las obras en que aparecen como Literatura gay, tal y como lo propone Alfredo Collado Villanueva cuando estudia la construcción de masculinidades en la ficción latinoamericana, dedicándole el espacio necesario a la reflexión sobre los homosexuales.