dc.description | Desde muy antiguo se propugnó la humanización de los castigos, pero en verdad es en la época del Renacimiento que esa voluntad llega a culminar. Prueba de ello lo tenemos en La Utopía de Tomás Moro (1516) y la Ciudad de Sol de Campanella (1623), ambas tendencias inspiradas en La República de Platón y en La Ciudad de Dios de San Agustín, y la obra de Francisco Bacon Nueva Atlántida (1627).
El deplorable estado de las cárceles, su tristeza, el hacinamiento, los malos tratos y la impiedad con que se ejecutaban las penas, hizo que se constituyera un fuerte movimiento renovador, mediante el cual hombres de Estado, filósofos, sociólogos, literatos, conmovieron a la opinión pública por la necesidad inmediata de una profunda reforma penitenciaria. A esa época de las luces pertenecieron John Fioward; César Beccaria Bo- nesana (^Marqués de Baccaria), Marat y Filangieri; enciclopedistas como D Alambert, IVlontesquieu, Rousseau y Voltaire, en Francia; Sonnenfelds en Alemania y, ya en el siglo XIX, el rey de Suecia, Oscar II.
Frente a estas inquietudes —señaladas como repaso histórico— nació, en el atardecer de un 30 de enero de 1820, en la hermosa ciudad de Ferrol, Concepción Arenal, un ángel de paz y de caridad, majestuoso emblema de grandeza y un soberbio tipo de la raza gallega, fornida, laboriosa, inteligente y activa. | |