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Educación pública, gratuita, y para todos
Institución
Resumen
A las cuatro y media de la tarde del día 12 de agosto de 1821 tenía lugar la inauguración
solemne de la Universidad en el templo de San Ignacio (lugar tradicional de las grandes
fiestas de la inteligencia), cuyas avenidas, naves y tribunas rebosaban en gentío, ansioso
de ver por sus ojos aquella constelación de doctos brillando a la luz reflejada por las
lentejuelas y abalorios de capirotes y bonetes.
Esta faz de la ceremonia era la más al alcance de la generalidad de los espectadores,
aunque no faltarían entre ellos padres serios y madres tiernas, cuyos ojos se
humedecerían de entusiasmo al considerar la nueva honra a que podían aspirar sus hijos.
Jamás un establecimiento ni una función pública -dice un testigo ocular, redactor del
periódico Argos- ha tenido un séquito tan interesante y numeroso; el pueblo se hallaba
verdaderamente encantado de alegría, y ha dado a conocer hasta qué grado es
entusiasta por las letras.
En aquel día, la ciencia se dignificaba; se despertaba el estímulo por el estudio y se
mostraba claramente, por la autoridad de Buenos Aires, cuán grande debe ser el respeto
que rinden los gobiernos bien intencionados a la inteligencia cultivada. A la hora ya
indicada se presentó el gobernador, Martín Rodríguez, a la puerta del templo,
acompañado de sus cinco ministros, del cuerpo diplomático y de todas las autoridades
eclesiásticas, civiles y militares, siendo recibido allí por una comisión de miembros de la
Sala de Doctores. Otra comisión llevó sobre un almohadón de tela de damasco y de oro,
hasta el asiento de S.E., el edicto original de erección de la Universidad.
Mientras esto tenía lugar, entraban en la iglesia, formados en dos alas, los treinta y seis
miembros presentes del claustro, presididos por el tribunal literario encabezado por el
rector, don Antonio Sáenz. (...) Juan María Gutiérrez.