Thesis
Un lugar en el Mundo. Procesos de construcción de lugares religiosos a partir de la perspectiva de una villa adventista (Entre Ríos)
Autor
Flores, Fabián Claudio
Institución
Resumen
Espacio y lugar son dos conceptos que han estructurado el debate geográfico de las últimas décadas del siglo pasado y lo que va de la primera de este siglo. Desde varias perspectivas sociales, ambas nociones han reavivado una discusión que se encontraba latente y que descubrió un campo fértil, entre otros, en la emergencia de los estudios culturales en geografía.
La perspectiva cultural en geografía adquirió múltiples matices, pero por sobre todas las cosas permitió recuperar una mirada que vinculase las dimensiones materiales y simbólicas, desde el punto de vista ontológico, y contribuyera a la construcción de una nueva forma de pensar la sociedad, desde el punto de vista político (Clua, Zusman, 2002).
Los aportes de Fraser, Lefebvre, Massey, Soja, Santos, Harvey, Claval, Agnew y otros, han contribuido a la edificación de este recorrido, aún en permanente construcción. Dos de los puntos en los que mayor coincidencia ha habido son la importancia del estudio de lo local como ámbito de manifestación de los procesos sociales y culturales, y la necesidad de reconsiderar al lugar y los procesos en que éste se desarrollan hacia adentro y hacia afuera.
Este trabajo, situado en esas líneas, intenta aportar al debato teórico desde la construcción de un modelo de análisis empíricamente avalado sobre los procesos de construcción de lugares religiosos, que mucho difiere de aquellos que analizan los espacios sagrados como algo pintoresco y desproblematizado y cuyas derivaciones prácticas, podrían favorecer la revalorización de recursos patrimoniales, a los efectos de la promoción de políticas, proyectos o líneas de desarrollo de turístico local y/o regional ya en vigencia.
El referente empírico se apoya en torno a la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) como agente clave en los procesos de producción del espacio.
Desde su arribo al país, hacia fines del siglo XIX, este movimiento religioso no solamente desarrolló un proceso expansivo del nuevo credo importado de los Estados Unidos, sino que a la vez fue desarrollando una serie de transformaciones en la organización del espacio (y del tiempo) que convirtieron a este sitio en “él” centro religioso (adventista) más importante de la Argentina y de América del Sur.
Es bien sabido que todo grupo social construye y se apropia del tiempo y del espacio, modificándolo y construyéndose a sí mismo en el proceso a partir de un capital cultural determinado. El ordenamiento temporo-espacial va a determinar socialmente las formas de consumo «lugares y horarios», de trabajo, de ocio, de rezo etc. (Aguado y Portal, 1992: 6). Un profundo conjunto
de transformaciones en la forma de experimentar y organizar el espacio, y de percibir el tiempo, se fueron desarrollando a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, cuando la acción de la IASD como actor social cuasi hegemónico, desplegaba toda su artillería sobre la producción espacio-temporal. Claro que los cambios enfocaron objetivos bien claros: la conformación de una
comunidad de base religiosa (adventista) que materializaría su existencia real en la construcción de un lugar con fuerte identidad, basado en las prácticas materiales, pero también en las experiencias cotidianas de los propios actores. Claro que este proceso no se inició de cero, su génesis se desarrolló a partir del montaje de estructuras, físicas y mentales preexistentes que caracterizaban la vieja colonia ruso-alemana que habitaba en la zona desde bastante tiempo atrás. Un proceso, sin embargo, que no debería verse como el directo fruto de la historia de una imposición o como el mero pasaje de una fase de organización a otra, sino como un producto mucho más ambiguo de una negociación, de una especie de compromiso establecido a futuro y en el cual
habrían desempeñado un papel central la imagen de construir a Puiggari en el paraíso terrenal.
En estos casos, el contenido cultural de sitios como éstos, es decir el significado que la gente les atribuye y/o las interpretaciones con las que son entendidos, no se mantienen fijos y estables, por el contrario pueden transformarse de una manera muy significativa con el paso de los siglos. Un lugar religioso, ya sea éste un rasgo "natural" del paisaje o una estructura,
conlleva a algunos significados provocados por la observación e interpretación de sus características físicas (forma, tamaño, volumen, color, textura, etc.), pero también a las actividades que ejecutan las personas en estos lugares y que aportan también otros significados, y la interpretación del lugar se va transformando por una dinámica dialéctica entre los modos en que la gente
entiende al lugar y las experiencias vividas en dicho sitio. Es por medio de esta dialéctica que un lugar llega a adquirir fuerza social (Bradley, 1998).
Considerando entonces que las prácticas sociales (como las religiosas) se materializan a menudo en algún ámbito de implantación geográfica, se nos plantea como cuestión central como establecer ese ámbito. Respuesta que sin duda y apelando a la amplitud del término creemos encontrar en la noción de lugar.
Pensamos entonces al lugar como un productor de identidad basada en su historia interna (Massey, 1994)1 que de ninguna manera es un ámbito armónico sino conflictivo, móvil y cambiante y no necesariamente con fronteras fijas y
precisas.
¿Cómo se constituyen entonces estos, “lugares religiosos” como tales?, ¿Cómo encontrar una perspectiva, que sin escapar de lo puramente geográfico, sume en lugar de restar, del aporte del resto de las ciencias sociales?, ¿Cómo construir una mirada que, partiendo desde el referentes empírico centrado en nuestra villa religiosa, nos conduzca a poner en el tapete del debate conceptos tales como el de “lugar” y “espacio” que están habitualmente incorporados como «normales» en las ciencias sociales y
especialmente en el campo de la ciencia geográfica? Estas son algunas de las cuestiones que alentaron el presente proyecto, saltando los escollos que provocaría quedarse en el mero estudio de caso, para llegar a generalizaciones que aporten -al menos- a la discusión que hay al respecto