dc.description.abstract | El jacarandá es una especie de la familia Bignoniaceae nativa del norte de Argentina,
Bolivia, Brasil y noroeste de Paraguay. El nombre del género Jacarandá proviene del
guaraní (yacarandá) que significa “fragante” y el epíteto específico mimosifolia proviene
del latín y significa “parecido a una mimosa” por su similitud con las hojas de la especie
Mimosa púdica. También es conocida en América con el nombre de Tarco, Gualanday,
Acacio morado y Flor de cruz (Mereles & Degen, 1994).
Es un árbol con follaje caduco o semicaduco, de gran porte, con una copa ancha y
muy ramificada. Presenta una corteza áspera con grietas de color gris-marrón y un
crecimiento rápido con una floración azul-violácea abundante que se desarrolla a
comienzos de la primavera (Lopez Gonzalez, 2006) (Figura 1).
Las hojas son opuestas, bipinnadas de 30 a 60 centímetros de longitud. Cada una de
ellas posee entre 10 a 26 pares de pinnas y cada pinna posee entre 10 y 30 pares de pínulas
lanceoladas La cara superior de la hoja es de color verde oscuro mientras que la cara
inferior es pálida (Lahitte et al. 1998) (Figura 2).
Las flores son grandes y presentan de 4 a 5 centímetros, son hermafroditas, tubulares
y acampanadas con lóbulos desiguales dispuestas en inflorescencia en forma de panículas
terminales o axiales de 25 a 30 centímetro de largo (Erize, 1997) (Figura 2)
El fruto es una cápsula leñosa, aplanada dorsoventralmente y dehiscente. La misma
permanece durante un largo período de tiempo en el árbol antes de abrirse en dos valvas
paralelas al tabique que es persistente (Macouzet et al. 2013) (Figura 2).
Las semillas son abundantes, de color castaño, circulares, de 7 a 9 milímetros de
diámetro y están rodeadas de una membrana transparente (Lopez Gonzalez, 2006)
(Figura 2).
Esta especie posee importancia económica y ecológica debido a su alto potencial
medicinal, ornamental y forestal. El valor ornamental radica en la abundante y vistosa
floración azul-violácea que indujo su implementación en plazas, parques y jardines en
toda América, sur de Europa y Sudáfrica (Figura 3). El uso medicinal se relaciona con
compuestos que se extraen de su corteza, hojas, raíces o flores tales como ácido
jacarándico, jacaranona, ácido jacoumárico, ácido ursólio, flavonoides, peroxidasas y
saponinas capaces de inhibir enfermedades venéreas, digestivas, hepáticas y cutáneas. En
este sentido, las hojas secas y molidas sirven para tratar sarna en humanos (Torrico et al.
1994), mientras que la infusión de hojas en lavajes cura heridas y en toma es antisifílica,
antiparasitaria y antiespasmódica (Lahitte et al. 1998). Asimismo, la decocción de la raíz
y la corteza se utiliza en lavado para cicatrizar úlceras, llagas y forúnculos (Fonnegra &
Jiménez, 2007).
Esta especie es excelente como recurso maderable para trabajar en mueblería y para
hacer artesanías como charangos, cucharas y utensilios debido a que su madera es liviana,
muy maleable y vistosa por presentar vetas cortas y bien marcadas. (Torrico et al. 1994). | |