dc.description.abstract | Las drogas como también la población que la consume, están atravesados por construcciones sociales. Estas construcciones sociales han ido variando a lo largo del tiempo y son definidas por factores culturales, sociales y económicos. En la actualidad se presenta a la población consumidora de drogas, a través de dos visiones, una de ellas es que es una población que resulta rentable para el mercado negro dentro de un Estado Neoliberal y que por tanto se la considera una clientela. Ese mercado a su vez, no excluye nivel social, aunque dependiendo de cada nivel, el consumo y la utilización de drogas se expresa de manera diferente. Otra característica, es que el individuo consumidor es altamente estigmatizado. Varias son las causas, entre ellas la construcción social del “problema de las drogas” y del “drogodependiente”. Los consumidores de drogas, actualmente pasan a representar en el imaginario social, una población identificada con los desviados, anormales, males sociales, delincuentes, etc., repercutiendo en el desarrollo de su propia vida. Asimismo, esto refuerza situaciones de exclusión social, al impedir el acceso a determinadas instituciones. Por esta razón, el Estado junto a otras organizaciones implementa medidas para lograr uno de los derechos más básicos, ser parte de la sociedad y gozar de derechos y de obligaciones. Entre esas medidas, se encuentran las políticas sociales de inserción. Las drogas en definitiva, constituyen un conjunto articulado de prácticas e ideologías, donde el Trabajador Social como profesional- que en muchas casos tiene contacto con esta población- debe guiar sus acciones, a través de un permanente y continuo proceso de revisaciones de sus propias concepciones y percepciones | |