dc.description.abstract | Recientemente, tuvieron lugar, en Argentina, distintas marchas a las
que les cabe, entre otros, el calificativo de anticuarentena: manifestaciones
que se inscriben, sin duda, en la tendencia ideológica de lo que
se ha llamado la nueva derecha, cuyos nombres tal vez más poderosos y
resonantes en el mundo son Trump y Bolsonaro, aunque no los únicos.
Entre los repudios, se encuentra el de las medidas gubernamentales
de aislamiento preventivo, la reivindicación de cierta idea de libertad,
variantes muy enconadas y difusas de antimarxismo, acusaciones de
complicidad conspirativa entre la OMS y figuras como Bill Gates, etc.
En medio de este fenómeno, el tipo de discursos que nos mueve a
reflexionar son las teorías conspirativas o conspiranoicas (según el uso
popular que combina paranoia y conspiración). Se trata de una serie
de discursos muy cuestionables que pretenden un conocimiento de
la verdad oculta detrás de la engañada opinión común. En nuestros
días, suelen negar la existencia de COVID-19 o afirmar que es un virus
planeado y creado en un laboratorio con fines específicos, incluso,
llegan a sostener ambas cosas en simultáneo. Sin detenernos en las
especificidades de los relatos ni en la veracidad o verosimilitud de cada
uno, conviene, tal vez, pensar en aquello que tienen en común, para
tratar de entender el lugar que ocupan dentro del momento político
que atraviesa hoy nuestra especie sobre la tierra.
Sin duda, no tenemos la posibilidad de rechazar de cuajo toda teoría
conspirativa, pero sí asumimos que su carácter infundado y su éxito
explicable es algo bastante generalizado en referencia al contexto de lo
que se ha llamado la posverdad, el cual incluye de forma, suponemos,
no contingente, el ascenso de las líneas políticas a las que ya hicimos
mención. | |