dc.description.abstract | En su significación primaria, lo auténtico coincide con el concepto de verdad
ontológica: una cosa es ella misma y no otra. Un poco más ampliamente significa que una
realidad es tal cual se manifiesta. Así, auténtico es un oro que no lo es sólo en apariencia sino
en realidad.
Aplicándolo al orden humano -el que aquí nos interesa- auténtico significa
coincidencia entre lo que se piensa y su formulación verbal, entre lo que se obra en la
conciencia y lo que se obra en la conducta exterior; en una palabra, expresa la identificación
entre el ser y el aparecer de una persona.
Falta, pues, autenticidad en la falsía y el engaño: se piensa una cosa y se dice otra;
en la hipocresía: se obra interiormente de un modo y de otro en lo exterior; en una palabra,
cuando no hay coincidencia entre lo que se es o se obra y su apariencia exterior.
Pero la autenticidad cobra un sentido más pleno en la zona del espíritu,
precisamente porque en él el ser adquiere toda su significación y autoposesión.
Hay en nosotros un modo de ser natural -modo de preferencias y repulsiones
sensibles, basadas en el cuerpo, modo de sentir, simpatías o antipatías, etc.-, que es el
temperamento; y un modo de ser adquirido por la adopción de determinados valores y
principios, incorporados al ser y vida espiritual mediante el ejercicio de las virtudes, el
esfuerzo y la educación, y que constituye la personalidad. En una palabra, el temperamento es
lo naturalmente recibido, la personalidad es lo esforzadamente adquirido.
Para la autenticidad personal se requiere ser fiel a la propia personalidad, a los
principios adoptados y que confieren orientación y unidad a nuestra vida: que ajustan el obrar
a las exigencias de dichos principios., Tal la autenticidad del santo, del sabio o del héroe, cada
uno con la unidad de su vida concentrada y fiel a un valor... | |