dc.creatorCaturelli, Alberto
dc.date.accessioned2022-03-07T12:13:03Z
dc.date.accessioned2022-09-29T16:41:41Z
dc.date.available2022-03-07T12:13:03Z
dc.date.available2022-09-29T16:41:41Z
dc.date.created2022-03-07T12:13:03Z
dc.date.issued1987
dc.identifierCaturelli, A. La estudiosidad y la vida espiritual [en línea]. Sapientia. 1987, 42 (165-166). Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/13531
dc.identifier0036-4703
dc.identifierhttps://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/13531
dc.identifier.urihttp://repositorioslatinoamericanos.uchile.cl/handle/2250/3793893
dc.description.abstractResumen: I El estudio y el apetito de conocer En el antiguo Convento de San Marco, en Florencia, se expone la bellísima Crucifixión del Beato Angélico. Al pie de la Cruz de la que pende el Señor franqueado por los ladrones, están María, San Juan, los demás Apóstoles; en segunda fila, encabezados por Santo Domingo, santos de rodillas y, en pie,, el primero del extremo derecho del observador, Santo Tomás de Aquino. Observado en detalle, fra Angélico ha impreso, en el rostro lleno del Aquinate, una expresión abstraída, con el seña levemente fruncido y los ojos contemplando a Jesucristo, el Divino Maestro. La totalidad del rostro trasunta una indefinida claridad y, sobre el celeste ceniza del hábito, un gran diamante que simboliza la luz con la que iluminó la Iglesia. En Santo Tomás, toda su naturaleza, curada y elevada por la gracia, mir ' a hacia la Verdad crucificada. En la reconcentrada expresión de sus ojos, toda la acción (que era, en él, enseñanza y predicación) es asumida por la visión contemplativa orientada hacia el foco de la Verdad pendiente del Madero. El meditador y el místico, el filósofo y el teólogo, constituyen una unidad inescindible en el acto supremo de la contemplación. Por eso, el conocimiento debe distinguirse de su fin puesto que el movimiento racional del espíritu que procura la verdad, no es propiamente la verdad. Más aun: Así como el apetito sensible es atraído por el bien sensible, análogamente el apetito de conocer es atraído por la verdad, pero bajo la formalidad de bien. Tensión, pues, hacia la verdad (también como bien); por eso, una vez poseída, como decía San Agustín, produce en el alma el gozo de la verdad (beata vita... est gaudium de veritate).1
dc.languagespa
dc.publisherPontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
dc.rightshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
dc.rightsAcceso abierto
dc.sourceSapientia. 1987, 42 (165-166)
dc.subjectVIRTUDES MORALES
dc.subjectTEMPLANZA
dc.subjectESPIRITUALIDAD
dc.subjectVERDAD
dc.titleLa estudiosidad y la vida espiritual
dc.typeArtículos de revistas


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