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El principio de causalidad en la tercera meditación
Fecha
1994Registro en:
0036-4703
Autor
Chávez-Arvizo, Enrique
Institución
Resumen
Resumen: INTRODUCCIÓN.
Toda la filosofía de Descartes está basada fundamentalmente en varios axiomas, «nociones
comunes» (notiones cornrnunes) o «principios comunes» trictpta cornrnunta), los cuales
él considera auto-evidentemente verdaderos. Estos axiomas pueden ser divididos en dos
grupos principales: uno incluye principios lógicos y matemáticos, del cuál «Cosas que son
similares a una tercera cosa son similares entre sí», y «Cosas que no pueden ser relacionadas
de la misma manera a una tercera cosa son diferentes en algún respecto», son ejemplos primordiales';
el segundo, está ejemplificado por principios metafísicos, tales como «Nada
viene de la nada» y «Él quien piensa no puede no existir»2. Mucho esfuerzo ha sido gastado
por escolapios en controversias que rodean la veracidad de varios de estos cuerpos metafísicos.
En algunas instancias el veredicto es aún incierto, ya que los hechos relevantes han
sido oscurecidos por interpretaciones de los cartesianos originales, ampliamente divergentes
y conflictivas. Un caso particular es el llamado Principio Causal de Descartes, cuya más
conocida manifestación ocurre en la Tercer Meditación:
[1]Ahora bien, es manifiesto por la luz natural que debe haber por lo menor tanta <realidad>
en la causa eficien te y total como en el efecto de esa causa'.
Un entendimiento completo del principio cartesiano de causalidad es de crucial importancia
para la evaluación de los logros filosóficos de Descartes, ya que, por lo menos, dos
pilares principales de su filosofía, o se sostienen o se caen debido a este principio: sus pruebas
causales de la existencia de Dios y la declaración que el cuerpo y el alma, aunque divergen
absolutamente en sus esencias, en efecto interactúan.