Artículos de revistas
La esencia del conocimiento desde la experiencia semántica
Fecha
1999Registro en:
0036-4703
Autor
Burgoa, Lorenzo Vicente
Institución
Resumen
El conocimiento es, ante todo, una vivencia personal, una experiencia primaria, o
quizás la esencia misma de toda «experiencia». Por eso mismo es algo indefinible o difícil de definir. Mas podemos acceder a su descripción en base a las «metáforas» de esa experiencia. «Metáforas» por traslación de la semejanza con otras vivencias quizás
todavía más primarias y radicales; pero también más «como a la mano», más inmediatas y accesibles y menos necesitadas de conceptualización.
Ahora bien, las vivencias humanas, en cuanto algo expresable, siquiera sea por medio de metáforas, suelen contenerse en el fondo mismo de lo que es forma típicamente humana de expresión, el lenguaje. Constituyen el «poso» decantado, el trasfondo
íntimo y como velado de la significación lingüística. Si decimos que la experiencia humana acumulada a lo largo de generaciones e incluso a través de phylums evolutivos,
se halla como decantada en el lenguaje, no decimos nada nuevo; sólo reiteramos la
convicción de que la lengua de un pueblo contiene en su seno semántico la experiencia perceptual y reflexiva de ese pueblo; sus concepciones del mundo, sus esperanzas,
temores y anhelos, sus proyecciones o anticipaciones. Ello es patente, como se ha notado reiteradamente, en la serie de «dichos», consejas y refranes, que configuran «el
sistema de creencias», el suelo firme de actitudes, sobre las que discurre la vida de sus
individuos (Ortega y Gasset)1.
Pero no es solamente el «refranero», sino el uso lingüístico en su dimensión metafórica, que hunde las raíces de su significación con frecuencia en oscuros y antiguos
paisajes semánticos; hacia ellos nos puede conducir convenientemente la dama «Etimología», como a Eneas le conducía la vieja Sibila a través de los inciertos antros infernales...