Artículos de revistas
El desafío de la entropía a la teología
Fecha
2010Autor
Bollini, Claudio R.
Institución
Resumen
La teoría del “Big Bang” no plantea hoy mayores dificultades para conciliar la ciencia y la fe cristiana, pues no existe una correlación esencial entre las cosmogonías científicas –que se refieren al inicio del universo– y el acto de la creación divina –que postula, en cambio, su origen ontológico, tal como ha reflexionado Santo Tomás–. Ahora bien, cuando contemplamos el otro extremo temporal, considerando la problemática del final del universo, comprobamos que existe un mayoritario consenso entre los cosmólogos respecto de aguardar una futura muerte térmica de escala cósmica, en virtud de la acción gradual pero inexorable de la fuerza de la entropía; es decir: un lento e irreversible proceso de degradación creciente de la energía, que culminará en una disolución final de la armonía física universal y la ulterior permanencia de una materia carente de estructuras capaces de generar vida. La entropía plantea, pues, un genuino desafío a la teología: mientras que el accionar de la primera remite a un panorama de muerte cósmica, la segunda sostiene, antes bien, la futura plenitud de la totalidad del universo material. He aquí una verdadera superposición de los ámbitos de la ciencia y de la fe, que plantea un estimulante debate. The theory of the “Big Bang” today does not pose major difficulties in reconciling science and Christian faith, since there is no essential correlation between scientific cosmogony –which relate to the beginning of the universe– and the act of divine creation –which postulates instead (such as St. Thomas has reflected) its ontological origin–. Now when we look at the other temporal end, considering the problem of the ending of the universe, we find that there is a major consensus among cosmologists regarding a future cosmic thermal death, under the action of the gradual but inexorable force of entropy, that is: a slow and irreversible process of degradation of energy, culminating in a final dissolution of the universal physical harmony and subsequent permanence of a matter devoid of structures capable of generating life. The entropy therefore raises a genuine challenge to theology: while the action of the first refers to a cosmic panorama of death, the second argues, rather, the future fulfillment of the entire material universe. Here is an actual overlap between the fields of science and faith, which poses a stimulating debate.