La Nueva Gestión Pública Frente A Los Desafíos De Colombia En El Siglo XXI
Autor
Caballero Lozada, María Fernanda
Montoya Rendón, Julio Cesar
Agudelo Gómez, Nancy Lorena
Sánchez Gómez, Johana Mildredh
Arias Valencia, Ana María
Hernández Orozco, Gina Alexandra
Ortiz Medina, Katherin
Posso Chaparro, María Isabel
Chica Velásquez, Mónica Fernanda
Hurtado Bolaños, Henry
Fuertes Díaz, Martha Lucía
Giraldo Díaz, Reinaldo
Nieto Gómez, Libia Esperanza
Sánchez Jiménez, Wilson
Institución
Resumen
El modelo de la Nueva Gestión Pública, en el contexto del siglo XXI, ha suscitado grandes cambios como: la cuarta revolución tecnológica, la globalización y el neoliberalismo. En este marco, se impone la eficiencia, la rentabilidad, la innovación a ultranza, siendo el único mecanismo de sobrevivencia
de las organizaciones. Esto ha generado grandes tensiones entre el Estado y
el sector privado; mientras el Estado procura imponer su normatividad, las
empresas privadas, por su parte, pretenden reducir la acción del Estado y la
protección que le brinda a los sectores más vulnerables a su mínima expresión. Aunque paradójicamente, a nivel internacional, países como Estados
Unidos fomentan medidas proteccionistas para sí, mediante sus agencias
internacionales (FMI, BM, BID, OCDE, Consenso de Washington) , a su vez
impone políticas neoliberales a los países del sur. (Caballero y Blanch, 2018;
Caballero y Nieto, 2015; Caballero. et al, 2015).
Siguiendo a Caballero y Nieto (2015) y Caballero. et al, (2015), pese a las
políticas propuestas por el Consenso de Washington en Colombia, no se ha
dado el crecimiento esperado en relación al mejoramiento de las condiciones
laborales y mucho menos se ha dado la equidad entre los que son dueños de
los medios de producción y los que aportan el trabajo en este sistema.
Aunque en los últimos siete años se han realizado avances y grandes esfuerzos, debido al ingreso de Colombia a la OCDE, el panorama del mercado
laboral en Colombia a comienzos del siglo XXI ha sido desolador (Procuraduría General de la Nación, 2012). La tasa de desempleo alcanzó niveles
altos en toda la historia republicana: en el primer trimestre de 2002 llego a
ser de 17.9% (DANE, 2010). Según el informe “trabajo digno y decente en
Colombia” (2012) se identificó presencia de discriminación en el mercado
laboral contra mujeres, jóvenes, personas en situación de discapacidad, y
desplazados.
Colombia ha ocupado el primer lugar en mediciones de desempleo de acuerdo a comparaciones realizadas con países latinoamericanos (Perez, L, 2015).
Con la crisis de finales del siglo XX se afectó el mercado laboral y el trabajador independiente, antes prospero, se convierte en trabajador informal (Vanegas,2016). Colombia ha sido el país suramericano con peores indicadores
laborales, gracias a un modelo económico de exclusión que hay que cambiar
(Montoya et.al, 2014). La tendencia es la tercerización a gran escala y baja
sindicalización, según estudio de las veintidos empresas más poderosas del
país realizado por Villamil (2014). .
Es de gran preocupación que un 60% de los colombianos trabajan al margen de la economía formal, lo cual es un porcentaje elevado en relación a la
posición económica del país debido a un salario mínimo precario y a una
subvaloración de las ventajas de participar en una economía formal (OCDE,
2015). Según la revista Dinero en el año 2017, Colombia cerró con un alza
de desempleo de 9,4 %, con un 0,2% más que en el 2016 y el periódico La
República el 30 de Abril de 2018, realiza una radiografía de la situación de
desempleo en Latinoamérica con corte a Febrero de 2018, señalando que Brasil y Colombia son los dos países con la mayor tasa de desocupación en la
región; mientras Brasil encabeza la lista con un 12,2 %, Colombia ocupa el
segundo lugar con una tasa de 10,8%. Al comparar y revisar estos datos con
los informes del Dane se señalan ciertas inconsistencias; sin embargo, Iván
Daniel Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del
Rosario explica que la medición que hace el DANE, no tiene en cuenta indicadores como la informalidad laboral y la afiliación al sistema de seguridad
social, lo que afecta la medición, pues esto sólo revela el nivel de ocupación
y no de trabajo; las mediciones se hacen sobre la actividad de la población en
la semana de referencia, es decir si usted realiza una actividad una hora a la
semana ya ingresa a la lista de ocupados .
La gestión pública se ha visto permeada por principios y valores de mercado capitalista y políticas públicas donde se le da prioridad a la efectividad,
productividad, competitividad, a la relación entre los costos y los beneficios,
todo cuantificado en unidades monetarias (Caballero y Nieto, 2015; Caballero. et al, 2015) . Se ha realizado una transición de la sociedad disciplinaria
a la sociedad del rendimiento que promueve la positividad, el “si podemos”,
un sujeto que se autoaliena para alcanzar su propia productividad, éxitos y
logros, sin embargo, a pesar de la sensación de libertad y motivación sigue
igual de disciplinado con otros matices y formas (Han, 2012).
El discurso que promueve la productividad, eficiencia y competitividad invita al trabajador a darle sentido a su actividad laboral generando tensiones
en su identidad personal, puesto que se ve sometido al cumplimiento de
indicadores, eficiencia y dedicación en un contexto de incertidumbre, riesgo
y recorte de personal (Caballero y Nieto, 2015; Caballero. et al, 2015) que
inciden psicológicamente en los vínculos, la confianza y el compromiso, no
sólo en la dimensión laboral, sino en todas las dimensiones que tiene como
ser humano
El presente capítulo pretende realizar reflexiones alrededor de las políticas
públicas en el marco del trabajo y en el escenario de la NGP, realizadas e
implementadas a partir del 2012. Se intenta realizar una aproximación a las
posibles transformaciones que se pueden dar a partir del ingreso de Colombia a la OCDE, los fenómenos y discursos emergentes que se pueden dar y
afianzar, para lograr el cumplimiento de las políticas y los indicadores establecidos para dar cuenta de ésta.
En este punto, es necesario resaltar que según la Ley 1846 de 2017, la jornada
diurna va en un horario entre las 6:00 y las 21:00 y las nocturnas entre las
21:00 y 6:00 horas, lo que contradice la cultura y los ritmos biológicos y fami-
liares (Nogareda, et al, 2014). En Colombia, los ritmos biológicos naturales y
culturales comprenden entre las 6:00 y las 18:00 horas. Por ejemplo, el horario de trabajo debe permitir compartir tiempo de ocio, tiempo con la familia
y tiempo de reposo; además permitir al trabajador tener formación continua
de acuerdo a la demanda del mercado laboral para estar vigente.