Plurinacionalismo y centralismo. Tensiones del Estado unitario en América Latina
Autor
Vandelli, Luciano
Pegoraro, Lucio
Pavani, Giorgia
Estupiñán Achury, Liliana
Friz Burga, Johnny Zas
Vargas, Andrés
Navas Alvear, Marco
Toro Calderón, Edison
Institución
Resumen
En las últimas décadas, la historia acentúa las diferencias culturales
cada vez más fuertemente. Tras los impulsos globalizadores que
persiguen la unificación de la cultura junto a la uniformización
económica y política, corresponden pulsiones centrífugas y
reivindicaciones identitarias. Estas se registran entre sistemas y familias,
entre Estados, dentro de los Estados.
También en el pasado, algún sector de la doctrina ha estudiado
la distribución territorial del poder acentuando los perfiles ajenos
a las peculiaridades lingüísticas y culturales. Principalmente, las
investigaciones han sido desarrolladas por los sociólogos. No obstante,
los juristas han conducido por separado, en la mayoría de los casos,
los estudios relativos a las autonomías territoriales y los derechos de
las minorías, a no ser que las minorías lingüísticas y territoriales estén
dentro de un territorio determinado.
Actualmente, ciertas evoluciones sugieren reconsiderar las
coordenadas clásicas del federalismo. Pues, se calcula que la lengua más
hablada será el español en los Estados Unidos en los próximos años,
pero, sobre todo, se constata que los latinos mantienen sus tradiciones
culturales y objetan la asimilación. Finalmente, ha resurgido la temática de las comunidades indígenas en América Latina (normalmente,
como se encuentran en Canadá y Australia, dispersas, esparcidas por
el territorio sin estar concentradas en una sola o ciertas regiones bien
definidas). En cambio, el islam se ve obligado a enfrentarse a ajustes
territoriales, de vez en cuando, centralizados o pseudo-federales (Iraq),
junto al problema de agregar tribus o religiones y no tantos territorios
en la misma zona implicada. No solo con las migraciones en masa,
el islam exporta comunidades que viven sus derechos dentro de los
Estados occidentales, a veces organizados territorialmente de forma
concentrada, regional, federal en sentido estricto.
En estas páginas, pretendo sugerir que se continúe estudiando
el federalismo con las categorías tradicionales (al menos, en clave
histórica), pero también y, sobre todo, que se sitúe el foco de las
investigaciones comparadas en las profundas diferencias ajenas a las
organizaciones territoriales con base en las sociedades que manifiesten:
a) la aceptación o no de los presupuestos históricos y doctrinales, como
categoría occidental; b) una menor homogeneidad en su interior. El
artículo afronta la temática desde la perspectiva de la territorialidad
si bien, llegando a conclusiones similares, un estudio análogo puede
ser desarrollado desde la perspectiva de la protección de las minorías
culturales.
Esto comporta un cambio de óptica. Pues hay que dejar ya de
preguntarse dónde situar el ordenamiento x, para cuestionarse si es o
no “federal”, “regional” o “concentrado”, conforme a las coordenadas
clásicas ancladas a los modelos históricos. Ahora hay que reconstruir
los modelos. Por tanto, comporta: en primer lugar, cuáles son hoy los
elementos importantes (pertinentes) a considerar; en segundo lugar,
analizar cómo se articulan las experiencias concretas; y, en tercer
lugar, reagruparlas en función de la importancia que asumen dichos
elementos1
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