dc.creatorDegiovanni, Fernando
dc.date2017-12
dc.date2018-11-06T17:53:23Z
dc.date.accessioned2019-11-21T15:00:02Z
dc.date.available2019-11-21T15:00:02Z
dc.identifierhttp://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/70562
dc.identifierissn:1851-7811
dc.identifier.urihttp://repositorioslatinoamericanos.uchile.cl/handle/2250/3046766
dc.descriptionEs a partir de cuerpos y espacios que quiero pensar hoy tres obras que Antonio Berni (1905-1981) produjo entre 1935 y 1978, y a partir de ellos, abordar ciertos problemas de la cultura y el impreso en la modernidad. A lo largo de su carrera, y con apuestas estéticas muy diferentes, Berni vuelve una y otra vez al tema del lector; trabaja sus lectores cada cierto número de años, en períodos muy espaciados (más de dos décadas en algunos casos), lo que subraya aún más el interés y la persistencia de ese motivo. Lo aborda, en primera instancia, cuando dialoga con el muralismo mexicano, dentro de las preocupaciones de un comunismo que está repensando sus bases después de 1935 (Chacareros); retoma el tema en 1961, veintiséis años después, cuando ya ha comenzado a trabajar el personaje de Juanito Laguna en el marco del debate sobre la industrialización y la marginación capitalista (Juanito Laguna aprende a leer). Y vuelve a Juanito lector en 1978, durante la Dictadura, en el momento en que el género se ha convertido en residual (Juanito dormido). Cabe recordar que Berni siempre estuvo cerca de la cultura del movimiento de conversión propio de nuestra época y que Nietzsche captó, llamándolo, para diferenciarlo de una actitud blanda, pasiva, nihilismo activo. Es la voluntad de destrucción que repite otro gesto inaugural, el del primer romanticismo alemán, el de Jena y su revista Athenaeum, el de Novalis, Tieck y los hermanos Schlegel, fundamentalmente Friedrich. Schlegel vuelve incesantemente al comienzo en el que un punto oscuro y denso como el caos, fragmenta, mezcla los géneros y las obras y da a leer una escritura que repite una pérdida inaugural que sólo puede cifrarse como presentación de lo impresentable. Más tarde Blanchot, en La mirada de Orfeo llamará “Eurídice” a ese punto primordial que aparecerá únicamente bajo un velo: punto oscuro, mancha, vestigio de algo que se recupera y se pierde, como Eurídice, mientras una lectura por venir se escribe anticipando esa división entre una lectura que desconoce lo que escribe porque al escribirse anticipa su propia destrucción, y una escritura que no se cierra sobre sí porque de la destrucción habrá de renacer un nuevo sentido. En esta perspectiva, leer es un acto ajeno a cualquier pedagogía –tiene, no obstante, un cuerpo en el que localizamos las huellas de la modernidad, nuestra época–. Quizá llamemos “lectura” a la emancipación actual del sentido, que no puede tomar otro aspecto que no sea el del sinsentido naciente. libro, desde otro ángulo: su trabajo como ilustrador puede apreciarse en algunos volúmenes de la Serie de Sesquicentenario de Eudeba (1960), así como de la traducción inglesa del Martín Fierro publicada por la State University of New York (SUNY) en 1967, entre otros proyectos. Pero en esa producción no aparece la problemática misma del lector que me interesa discutir en este trabajo, y en la que detecto un nudo programático de su obra.
dc.descriptionDossier: Lectores, lectura. Cinco intervenciones
dc.descriptionFacultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
dc.formatapplication/pdf
dc.languagees
dc.relationOrbis Tertius
dc.relationvol. 22, no. 26
dc.rightshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
dc.rightsCreative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0)
dc.source<a href="http://revistas.fahce.unlp.edu.ar" target="_blank">Revistas de la FAHCE</a>
dc.subjectLetras
dc.titleLectores retratados: Antonio Berni y la visualidades de lo impreso en la cultura argentina
dc.typeArticulo
dc.typeArticulo


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