dc.contributorMoreno Villegas, Jaime Armando
dc.creatorVázquez Rodriguez, Natalia María
dc.date.accessioned2016-02-03T11:01:11Z
dc.date.accessioned2019-05-31T13:22:49Z
dc.date.available2016-02-03T11:01:11Z
dc.date.available2019-05-31T13:22:49Z
dc.date.created2016-02-03T11:01:11Z
dc.date.issued2004
dc.identifierhttp://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/9446
dc.identifier.urihttp://repositorioslatinoamericanos.uchile.cl/handle/2250/2965308
dc.description.abstractLa inteligencia, hasta hace aproximadamente una década, era considerada por los psicólogos y las personas en general, solamente en su aspecto lógico: aquel que está relacionado con el rendimiento escolar, la razón, la ciencia. Este juicio sesgado dejaba de lado un aspecto trascendental de la vida humana: las inteligencias múltiples y las emociones. Las que si se aprende a reconocerlas y regularlas, pueden ayudar a una mejor y más eficiente respuesta ante los diferentes estímulos. Por esta razón en la actualidad se habla de dos tipos de mentes en los individuos: una racional y otra emocional. La mente racional es reflexiva, analiza las situaciones a las que se enfrenta y necesita de datos para tomar decisiones, por estas características se la puede relacionar con el lóbulo frontal, el mismo que ejerce una función de modulador de las emociones. (Goleman, 1996) La mente emocional se caracteriza por la creatividad, es preconsciente y sacrifica la exactitud por la velocidad. A través de estudios de resonancia magnética con positrones se ha logrado “ubicar” las emociones en partes específicas del sistema nervioso central (SNC) como son la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo y el tálamo (sistema límbico o cerebro reptil). Es necesario aclarar que a diferencia de la inteligencia racional, que tiene mayor peso genético, la inteligencia emocional puede ser adquirida y desarrollada a través de un proceso que permite el reconocimiento de las emociones, su origen y funcionamiento, con el objetivo de no solamente optimizar las respuestas, sino las relaciones que se mantienen con los demás. En este sentido, en el ámbito laboral, este tipo de inteligencia puede proveer de técnicas importantes para que la persona se adapte de mejor manera a la organización, tome decisiones acertadas y resuelva adecuadamente sus conflictos. En países como Venezuela en el área de selección de personal, ya se intenta aplicar indicadores de inteligencia emocional para medir creatividad, motivación y seguridad, factores que suelen ser determinantes para el éxito laboral. No obstante, sin una adecuada validación, de poco pueden servir estos intentos de medir la inteligencia emocional. Por esta razón, este estudio está orientado a determinar si existe una correlación significativa entre los factores de la inteligencia emocional y los rasgos de personalidad medidos a través del test 16PF. Este inventario de personalidad fue desarrollado por Raymond Cattell, quien verificó, en un estudio transcultural y mediante el análisis factorial, que los 16 factores que forman este test estaban presentes en todas las personas independientemente de su país, cultura, religión, edad, sexo, etc. El propósito del 16PF es predecir el comportamiento y determinar el tipo de personalidad de un individuo a través de las combinaciones de los factores que lo componen.
dc.languagespa
dc.publisherp
dc.rightsOpenAccess
dc.sourcePontificia Universidad Católica del Ecuador
dc.sourceRepositorio Digital de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
dc.subjectRASGO
dc.subjectTEMPERAMENTO
dc.subjectRAYMOND CATTELL 6
dc.subjectTEORÍA DE HANS
dc.subjectEYSENCK
dc.subjectINTELIGENCIA EMOCIONAL
dc.subjectBASES NEUROPSICOLÓGICAS
dc.subjectTEST 16PF
dc.titleCorrelación entre los rasgos de personalidad, medidos con el test 16pf, y los factores de la inteligencia emocional, medidos con el inventario de pensamiento constructivo (CTI)
dc.typeTesis


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