Artículo de revista
Caracteristización psicológica de las familias de niños con enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Autor
Jiménez Urrego, Ángela María
Velasco Benítez, Carlos Alberto
Institución
Resumen
El reflujo gastroesofágico en los
niños puede ser entendido como un problema
psicológico. Objetivo: Describir las
características psicológicas de las familias de los niños con ERGE. Materiales y métodos 11 niños (2-24 meses) del Hospital Universitario del Valle Evaristo García de Cali, Colombia, fueron incluidos. Resultados: 6 fueron niñas; la edad de
los padres estuvo entre los 18 y 41 años;
convivencia entre los padres entre los 0 y 13 años; 6 con los hermanos maternos; 5 viven en unión libre y 3 casados; 7 no tenían previsto el embarazo; todos desearon el embarazo; 8 tenían antecedentes de enfermedades graves y hospitalizaciones; 6 madres se autodefinen como ansiosas y nerviosas; 3 madres en tratamiento
psiquiátrico; 6 recibieron lactancia materna y 1 nunca recibió leche materna. Discusión La observación de los niños con ERGE y sus
familias nos permitió iniciar la comprensión
inherente a la enfermedad y todos los temores, y expectativas. Por lo tanto, el conflicto emocional debido a la pérdida de control del mundo externo, sus regularidades y predicciones es evidente, y esto conduce al aumento de ansiedad cuando se enfrentan a la enfermedad física del niño. Durante las entrevistas semiestructuradas llevadas a cabo con las familias de los niños con ERGE, se han encontrado características recurrentes que aluden a una serie de manifestaciones propias de la persona cuando es amenazada por factores en los que no tiene el control. En ese sentido, se observan una serie de defensas que son convenientes en ese momento para soportar el dolor y la incapacidad que la enfermedad del niño representa. Entre las defensas más notables están la negación, la disociación, la intelectualización, la proyección y
la regresión, manifestaciones cuyo componente
principal es la pérdida de control y la incapacidad de proporcionar al niño la protección que él requiere. Por lo tanto, el conocimiento que el pediatra tiene sobre las capacidades psicológicas del niño y la familia, así como el reconocimiento
de la amenaza emocional que la enfermedad
implica a los padres, se traducirá en un apoyo adicional a fin de proteger la salud y hacer el proceso un poco más tolerable.