| dc.description.abstract | El equilibrio energético del cuerpo depende de un delicado balance a nivel celular. Los sistemas biológicos que rigen a éste, son esencialmente isotérmicos y utilizan principalmente energía química para sus procesos.
A nivel celular, se distinguen dos tipos de procesos energéticos que permiten los procesos vitales como: síntesis proteica, contracción muscular, conducción de impulsos nerviosos, transporte activo, etc. Estas son las reacciones endergónicas y exergónicas, es decir, aquellas que requieren energía libre y que producen energía respectivamente. Ejemplos de reacciones endergónicas ya fueron citados y aquellas que producen energía se dan por la generación de enlaces químicos o por reacciones de oxidación. Comúnmente, se las conoce como reacciones catabólicas y anabólicas.
Los dos tipos de reacciones pueden estar concatenadas y ocurrir casi de manera simultánea, sin embargo, existe un método adicional de unión entre ambos tipos de reacciones fundamentales en los procesos biológicos, que es la creación de intermediarios de alta energía que sirven como sustrato energético compatible con múltiples reacciones biológicas. Estos son, los fosfatos de alta energía cuyo compuesto principal es el Adenosin Trifosfato (ATP), Coenzima A, Proteína Transportadora de Acilos, Ésteres de aminoácidos, S-Adenosilmetionina, Uridil Difosfato Glucosa (UDPGLc) y 5 fosforibosil-1-pirofosfato (PRPP). (Varghese, 2015) | |
