dc.description.abstract | La reciente evolución de los mercados mundiales ha tendido hacia una creciente
desintermediación financiera, la que en el caso chileno se ha intensificado fuertemente en la
presente década. En este contexto, la actividad bancaria tradicional se ha visto enfrentada a
la competencia por parte de una serie de servicios financieros otorgados por intermediarios
no bancarios tales como leasing, fondos mutuos y seguros, entre otros. Todos estos
servicios han ampliado la oferta de financiamiento para las inversiones que deseen realizar
las empresas y demás agentes de la economía.
Esta ampliación de la cobertura de financiamiento, ha resultado en una reducción en
el "poder" de mercado que tradicionalmente mantuvieron los bancos, por lo que han sido
estas mismas instituciones las interesadas en llevar a cabo otros tipos de negocios menos
"típicos". Es decir, ha existido un creciente interés por ampliar el rango de negocios
bancarios, ya sea al interior del mismo banco o bajo el "paraguas" de estas instituciones.
Dado lo anterior, la estructura de conglomerado financiero surge como una forma de
responder, bajo un mismo grupo económico, a las crecientes demandas de servicios
financieros diversificados por parte de los distintos demandantes de recursos del mercado.
Si bien estas estructuras de negocios responden a estas necesidades -lo que significa
ventajas sustanciales de su introducción-imponen también un cambio estructural importante en la nueva realidad de los mercados. Esto puede resultar, por otra parte, en eventuales efectos negativos sobre los demás intermediarios financieros y agentes económicos en general.
Evidentemente, frente a tales efectos es necesario imponer ciertas limitaciones que regulen estas actividades, de modo tal de enmarcar los negocios de los conglomerados dentro de sanas prácticas financieras que no signifiquen riesgos adicionales para para el mercado financiero en general. | |