Cuando se gesta un gran movimiento social o cultural, llámese éste como se quiera llamar: revolución, renovación, transformación, cambio, rebelión, levantamiento o como nos plazca; éste permea, de una u otra forma, a todos los estratos de aquella sociedad en la que tiene lugar, desde los más encumbrados hasta los básicos de soporte; desde los aristocráticos hasta los subpopulares; desde los que dirigen hasta los que forman parte de la masa o de la plebe; y, desde luego, esta larga sucesión de cambios modifica, sustancialmente, la dinámica social acostumbrada y provoca profundos cambios de forma y de fondo, tanto espaciales como temporales, que confieren una inédita fisonomía social a los grupos humanos en los cuales tienen lugar, sin tomar en cuenta excepciones de ninguna clase.