A través del texto se presenta la Inteligencia Emocional como una herramienta útil para la docencia; se considera también como un conjunto de habilidades que pueden ser empleadas fuera del espacio académico, significándose como un aporte extra para la mejora en la calidad de vida del docente. La inteligencia emocional parte de la idea de que el ser humano es un ser integral en el que confluyen sentimientos y pensamientos, por lo que ambos elementos se influyen y son interdependientes. De ahí se deriva que la inteligencia emocional sea concebida como un concepto multidimensional, pues está compuesto de varias aptitudes o habilidades afectivo-cognitivas, que nos enseñan cómo emplear nuestras emociones y pensamientos para el logro de nuestros objetivos, facilitando todas las posibilidades de cambio, dando como resultado una mayor satisfacción y ajuste en la vida, beneficiando también todas las esferas donde se desenvuelve el individuo: personal, familiar y laboral. En la docencia, espacio profesional que nos compete, el desarrollo de la inteligencia emocional cobra vital importancia, pues las emociones están presentes todo el tiempo en este binomio establecido en la relación profesor-alumno.